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¿Lucha contra la pobreza?

El Gobierno Nacional lanzó oficialmente en el departamento de San Pedro su “Prototipo de Acción Contra la Extrema Pobreza”, distribuyendo víveres y semillas de autoconsumo. El programa Sembrando Oportunidades pretende llegar a familias de cien distritos en 14 departamentos del país.

Jacinto Espínola, poblador de 25 de Diciembre, dijo en una acertada síntesis que “el gobierno de Horacio Cartes debe atacar las causas de la pobreza, que no será solucionada con asistencialismo”. “Mayoritariamente, la población es sin tierra”, expuso Espínola en dicha ocasión.

Según el jurista guatemalteco Mario Fuentes Destarac, el asistencialismo público es el “conjunto de acciones que llevan a cabo las instituciones estatales con la finalidad de prestar socorro, favor o ayuda a individuos o grupos de individuos en condiciones de desprotección o de vulnerabilidad, de manera temporal o permanente”. Tiene su origen en la caridad pública, que se basa en el principio de la benevolencia, es decir en la compasión y la lástima, y se traduce en la limosna o el auxilio que se presta a los necesitados a manera de una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno.

Quienes critican el asistencialismo afirman, entre otras cosas, que: 1) convierte a los necesitados en dependientes que carecen de respeto hacia sí mismos; 2) transforma a los beneficiados en adictos a los subsidios públicos; 3) priva a los indigentes de capacidad, autoridad y autonomía para decidir libremente sus propios asuntos; 4) perpetúa la ciudadanía de segunda clase, la de los desamparados, ya que les concede un estatus de seres humanos no adultos e indolentes; 5) degenera en un típico clientelismo, para el cual los individuos son individuos dependientes que están bajo el control y la regencia de quienes los protegen, tutelan, amparan, patrocinan o ayudan; y 6) ofrece amplias posibilidades de realización de actividades delictivas por parte se los administradores de los programas de asistencia social, más en aquellos países caracterizados por la corrupción generalizada.

Cabe destacar, sin embargo, que el asistencialismo se justifica para dar soluciones a situaciones extremas, como infortunios climáticos por ejemplo.

El asistencialismo es un concepto opuesto a empoderamiento, que significa dar poder y capacidad de transformación a los sujetos con respecto a su entorno. El asistencialismo se limita a abastecer las necesidades básicas de la población sin ejercer un mayor cambio sobre la realidad existente, generando dependencia entre los programas y los usuarios.

Si este es el modelo que usará Cartes para combatir la pobreza en forma permanente, el “nuevo rumbo” es igual al viejo. Seguiremos creando clientela que es muy útil a la hora de pedir votos, pero muy ineficaz para reducir los índices de pobreza. Sugiero a los tecnócratas que tiene el Gobierno revisar este “prototipo” y rediseñarlo de ser necesario, escuchando atentamente a moradores como Jacinto Espínola.

Aníbal R. Pangrazio

Techo de Vidrio

La declaración del senador Oviedo Matto, de autocalificarse con techo de vidrio, no le da derecho de ofender a todos los paraguayos, queriendo ponernos en una misma bolsa y decir que en el Paraguay somos todos corruptos, y que nadie nos animamos a tirar la primera piedra.

Tal vez el senador viva en la villa de techos de vidrio, entonces sí tendríamos que tirar algo más que piedra y hacer desaparecer a sus habitantes.

Al senador Oviedo Matto le digo, en nombre de muchos paraguayos, patriotas y honestos, padres de familia, que luchamos por dar una educación en lo moral a nuestros hijos, que deje de ofender a la ciudadanía, y si quiere poner en práctica la política del amiguismo corrupto, que lo haga, pero no nos incluya en la lista de esos amigos.

Alejandro Crosa

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