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El punto no es Anita, el punto es… cuántas Anita hoy sufren un sistema de salud inexistente establecido en la Constitución Nacional, que es una de las obligaciones que tiene el Gobierno con su pueblo. No puedo comprender cómo hace el estado para establecer sus prioridades; a mi modesto entender, primero está el pueblo y luego los partidos políticos, que tal como está demostrado hasta hoy solo sirven para llenar los bolsillos de los electos de turno.
¿Hasta cuándo este sufrido pueblo seguirá tan sumiso, hasta cuándo vamos a esperar para reclamar y hacer valer nuestros derechos? ¿Merecemos acaso tener un Estado insensible que prioriza la comodidad de sus gobernantes (quincho, parrilla, tv… etc.) a las necesidades más elementales de su pueblo?
Ojalá que los ciudadanos, de una buena vez, piensen antes de elegir; protestar por protestar no sirve, exijamos nuestros derechos y rectifiquemos el rumbo de lo que está torcido.
Gilberto Otazú S.
Autopista de Ñu Guasu, un despropósito
Las carreteras megalomaníacas, usualmente promovidas por ideólogos políticos (caso autopista de Ñu Guasu, construida paralelamente a una existente, con el mismo origen y destino, para malgastar US$ 50.000.000. Un estudio de factibilidad seriamente realizado hubiese recomendado la ampliación de la actual para evitar daños al ecosistema e impactos socioeconómicos imposibles de mitigar como la desaparición de la franja de dominio del ferrocarril), no son estudiadas seriamente, pues la decisión de hacerlas está tomada por razones ajenas a la factibilidad económica. Además, los promotores reciben apoyo irrestricto del poderoso sector de la empresa de construcción y de las consultoras, que esperan los lucros de esas inversiones enormes. A estos políticos oportunistas, que solo buscan recaudar, poco importan los estudios que demuestren que obras como esta no son económicamente viables, socialmente prudentes o ecológicamente aceptables.
¿Cómo hacen para recaudar estos políticos oportunistas? La respuesta es sencilla: el impuesto para liberar el pago del anticipo ronda de 7% al 10% del monto de este, que en los términos contractuales está establecido en 20%. A modo de ejemplo, las empresas seleccionadas para la construcción de la autopista de Ñu Guasu recibieron en conjunto, como anticipo, la friolera suma de 10.000.000 US$.
Viendo tamaño latrocinio, los paraguayos patriotas deben preguntarse entonces cuál sería la manera de eliminar esta gran fuente de corrupción, que va a seguir como gran atractivo. La respuesta es muy sencilla: reduciendo el porcentaje de este adelanto que solo apareció con el advenimiento de la democracia y con los barones de Itaipú. En épocas anteriores, los contratistas solo recibían a la firma del contrato un monto mínimo llamado “Movilización”, que era destinado a la construcción del obrador.
Otra gran fuente de corrupción que también apareció con la democracia es el famoso “Imprevisto” que en los contratos actuales consiste en la posibilidad de aumentar en 20% el costo de la obra, por razones imprevisibles. Concepto totalmente absurdo, porque si el diseño de la obra fue adecuadamente realizado, no puede haber lugar a situaciones que impliquen un gran aumento del costo. Esta particularidad del contrato ha permitido a contratistas ganar licitaciones con precios menores al precio de mercado, para luego solicitar modificaciones de obra justamente por valor igual al 20%. De esta manera han conseguido, entre otros, los contratos para la construcción de “Paraguarí-Villarrica-La Colmena” y “Caaguazú-Yhû-Vaquería”, ambas obras con pésimos resultados.
¿Cuál sería la forma de eliminar esta otra fuente de corrupción? Reduciendo al 5% el monto del “Imprevisto” y diseñando adecuadamente las carreteras.
Claudelino Cabrera Mongelós
Matrimonio igualitario
Uruguay, siempre a la vanguardia de los derechos civiles en la región, acaba de aprobar el matrimonio igualitario y lo felicitamos, por entender que un Estado está para garantizar los derechos y no para negarlos a su pueblo. Acá eso crea mucha polémica, por la influencia católica, pero basta recorrer la historia para saber que todo a lo que se opuso la Iglesia católica finalmente fue aceptado y hoy muchos ni siquiera saben o recuerdan los tiempos en que estaba prohibido. Por ejemplo, el matrimonio civil o el divorcio.
Es triste y preocupante, sin embargo, ver posturas como las del presidenciable Horacio Cartes, que dice que “se pegaría un tiro en las bolas” si tuviera un hijo homosexual. Esas declaraciones solo aumentan la discriminación. Pero aunque él sea presidente y se oponga a las libertades, tarde o temprano llegará el momento en que los homosexuales puedan acceder plenamente a sus derechos.
Nicolás Ferreira