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Pierdo toda esperanza de mejoras para los próximos 5 años, porque me queda claramente evidenciado que la sinvergüencería de nuestros “honorables” políticos va a contramano con el bien común.
Los representantes del partido Liberal se esmeran en desacreditar a su principal oponente queriendo ganar adeptos. Esta postura no hace más que evidenciar su incapacidad de “vender sus propuestas”. Uno no es bueno porque el otro es malo, sino por lo que hace. Vanagloriarse de su propia conducta suena soberbio y pedante y sería correcto que otros juzgaran espontáneamente la trayectoria y los logros del candidato, sin necesidad de refregarlos a cada instante. Al tener el conocimiento de alguna incorrecta acción y callarse te convierten en un vulgar cómplice en que lo mínimo que se puede pedir es que el encubridor pase en silencio y desapercibido. Aquí ocurre todo lo contrario: el candidato liberal insta con vehemencia a fijarse en la trayectoria de su oponente y sin embargo leemos en los diarios de los malos usos y abusos de los bienes del Estado que cometen ellos mismos, frecuentemente. ¿Será que no se entera de lo que hacen sus correligionarios, le tienden una trampa o solo se lava las manos diciendo que no puede ser responsable de actos cometidos por otros? Su actuar le hará perder muchos votos de personas que esperaban oír soluciones concretas y no ataques personales, divagues generales y menos aún, leer vergonzosas acciones de ladrones avalados por el aspirante a la silla presidencial.
Lastimosamente, los mejores no son los más votados porque no prometen imposibles, tratan de ajustarse a las leyes, obran con honestidad, no lucran con la necesidad del pueblo y no venden espejismos a los incautos. Sus propuestas no son aptas para una mayoría de políticos deshonestos acompañados por una enorme claque “democrática” que debe mantenerlos flotando para no hundirse con ellos.
¿Qué nos queda? Por un lado tenemos a un presidenciable acusado de narcotraficante y por el otro a un oportunista que con sus alianzas y poco claras “operaciones” matan la esperanza de los electores que no están prendidos a la mamadera estatal.
Helga Behage
Coronel Rafael Franco
ABC Color contiene un artículo referido al citado jefe militar, valiente defensor de nuestra patria en la Guerra del Chaco que derrocó al gobierno lícito dirigido por el Dr. Eusebio Ayala, quien fue al destierro en Buenos Aires y nunca volvió vivo a nuestro querido Paraguay.
En otras palabras, Rafael Franco no fue un meritorio Presidente sino un mero “golpista” que finalmente cayó, al regresar al país su jefe en la Guerra del Chaco, general José Félix Estigarribia, para asumir la Presidencia de la República. Un tío mío alguna vez me dijo que Estigarribia durante la guerra visitó a Franco en su campamento, llevando una pistola bajo el poncho, previniendo que Franco pudiera sentirse molesto por lo que su Jefe vino a decirle.
Posteriormente, se formó el movimiento político Partido Febrerista FFF (Fe en Franco y Febrero) que hoy subsiste, dirigido por Nils Candia Gini.
Franco también participó en la Guerra Civil de 1947, de lado de los revolucionarios, con el coronel (SR) Alfredo Ramos y el mayor (SR) Eustacio Rojas, comandante durante la Guerra del Chaco del Regimiento Valois Rivarola. La estrategia de Ramos consistía en desplazarse rápidamente a Asunción, para copar a las fuerzas de Morínigo, lo que lamentablemente por estar heridos Ramos y Rojas, el mando de los revolucionarios pasó a manos de Rafael Franco, que prefirió buscar aliados en los pueblos vecinos con discursos patrióticos y perdiendo el tiempo que era esencial para la captura de Asunción, lo que dio tiempo a Morínigo a recibir armas automáticas suministradas por su amigote Juan Domingo Perón, entonces presidente de la República. Lo que quedaba de los revolucionarios que llegaron a Villeta, desde donde pretendieron cruzar el río a nado, llegando a la provincia de Formosa, donde fueron recibidos por las autoridades argentinas, que los recibieron y le dieron asilo, entre ellos Alfredo Ramos, que jamás volvió al Paraguay.
Entiendo que hay un intento de sus seguidores de llevar los restos mortales de Franco al Panteón de los Héroes, y me pregunto si no correspondería hacer lo mismo con los restos de Alfredo Ramos, que nunca volvió vivo a su patria que heroicamente defendió en la Guerra del Chaco.
Peter Francis Burt Candia