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Si el Estado cede hoy ante una presión social que pide condonación, subsidios o auxilios financieros, mañana tendremos recesión económica. Los golpes al BNF y BNT y los autogolpes de los bancos privados; los malos manejos en INC; Acepar, Copaco y los subsidios, hasta de honradas y trabajadoras pymes, más temprano que tarde acaban en retraso económico. Si hoy condonamos la deuda de los representantes del Crédito Agrícola de Habilitación para evitar marchas y cierres de rutas del campesinado, mañana tendremos que hacerlo también ante el “tractorazo, que tendrá el mismo derecho. Todos piden algo que consideran “justo”. Unos no quieren pagar IVA agropecuario, pero aceptan que el resto lo haga; otros quieren impuestos y tarifas “sociales”. Al final, todos quieren un “papá bonachón, flojo y con sensibilidad social”, que sea blando para mí y duro para otros.
Los empleados del Estado, con honrosas excepciones, quieren una legislación laboral exclusiva que les haga trabajar 4 horas por día y los convierta en intocables, mientras el resto de la producción lo hace 8 horas y no tiene ninguna seguridad laboral, más que la que le otorga su propia laboriosidad. Si hoy regalamos dinero a los pobres, mañana lo tendremos que hacer a la clase media. Les aseguro que los ricos hace rato estaban recibiendo subsidios y “regalos” del Estado. Así formaron sus fortunas el empresario presidente (50 años en 5), los empresarios “tabacaleros”, los de la “prensa amiga”, los aduaneros y los herederos del Gral. Stroessner.
Créditos. Somos tan necios que si no los hacemos por medios administrativos, lo hacemos por medios “judiciales”. Siempre hay un juez venal listo para traficar sentencias. Estos son algunos de los frutos del estatismo que acaban matando la economía y creando incendio social, peor del que queremos sofocar.
Otro ejemplo claro de extorsión social tuvimos en el contubernio del Marzo Paraguayo, donde políticos, sindicatos y “federaciones campesinas”, luego de otorgarle el poder en forma espuria a González Macchi, le pasaron una factura tan grande que terminó siendo uno de los peores gobiernos de la historia del Paraguay.
Álvaro José Castorino Anzoátegui
Para todo hay un límite
La tolerancia es una gran virtud. Mas aún cuando no se puede “rastrear” el origen de las faltas cometidas y apuntar al culpable. No es la primera, ni será la última vez que yo abuse de la buena voluntad de esta columna para quejarme de las faltas ortográficas en las publicaciones. En este caso, se trata de las informaciones impresas al pie de las noticias gráficas.
Errar es humano, pero tenemos que considerar que la media es un importantísimo vehículo de información. Por eso, cuando leí en un noticiero de hoy -después de repetidos errores crasos de ortografía en ediciones anteriores- que se va a “desparacitar” en las escuelas, etc., mi condescendencia hacia los errores de mis semejantes llegó al punto de tener que molestar a ese prestigioso diario para llamar la atención sobre el abuso de la desidia de los responsables de redactar las noticias escritas.
Perdonen la vehemencia y agradezco la paciencia de la Redacción hacia esta humilde colaboradora.
Gilda Hellmers
Polución visual
La polución visual a la que estamos sometidos los paraguayos es sumamente estresante. ¿No hay límites para los carteles, gigantografías, afiches, ere eréa?
No se puede salir a la calle sin sentir la mirada acosadora de los políticos, que nos observan desde las alturas. ¿Quién nos defiende de esta brutalidad?
Ernesto Sosa