LOS LECTORES OPINAN

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Bicisendas Blas Ferreira

En estos días santos muchas personas que se quedaron en la capital del país eligieron sus bicicletas como medio de transporte. El clima estaba ideal, no había tráfico que molestara, casi no había colectivos y todo era favorable al traslado en bicicleta. Inclusive se organizaron varios paseos grandes, como el recorrido de las siete iglesias en bicicleta.

Creo que muchas personas no se animan en un día normal a salir a andar en bicicleta por las calles, porque no se sienten seguras. Tienen miedo de los conductores de colectivos, de motos, de automóviles y no se sienten seguros sobre todo porque el Reglamento General de Tránsito de Asunción obliga a los ciclistas a transitar por la derecha próximo al cordón de la vereda. El caso es que esta porción del asfaltado es siempre la que se encuentra en peores condiciones. Allí están las grandes ondulaciones de asfalto, algunas de las cuales son verdaderas montañas rusas y también los baches y principales pérdidas de agua. Allí van a parar los pedazos que pierden los vehículos cuando chocan y allí se acumula el vidrio roto que es un peligro para las cubiertas de las bicis.

Entonces, ¿cuál es la solución para los ciclistas? Lo ideal sería que de una vez por todas esta ciudad se modernizara y que ya que se jacta de ser la Capital Verde de Iberoamérica instale bicisendas en sus calles principales. La inversión es mínima. Solo basta separar una franja exclusiva para la circulación de bicicletas y nada más. Lo principal, que es la carpeta asfáltica ya está. Los beneficios serían enormes. Al sentirse cómoda y segura muchísima gente se volcará moverse en bicicleta. Mucha gente que hoy no se anima a salir a las calles en bicicleta, por miedo, cambiará de opinión. Incluso muchos niños podrán ir a la escuela en bicicleta seguros.

Creo que esto traerá una buena solución al agobiante problema del tráfico que vive nuestra ciudad, a punto de explotar y de matarnos de los nervios a todos los que transitamos por ella.

Clases perdidas Fátima Vera

En Paraguay tenemos menos días de clases que en la mayoría de los países y así nos va. Y resulta que también se suprimen días de clases en fechas como el Miércoles Santo, que supuestamente figuran como día hábil en el calendario escolar del Ministerio de Educación. Pero esto es así exclusivamente para llenar espacio, porque en la vida real todo el mundo sabe que ese día no hay clases.

¿Se imaginan si se contaran cuántos días u horas de clases tenemos en realidad? Ahí saldría a la luz que tenemos muchísima menos actividad académica que la que en realidad figura. En el interior suelen declarar asueto hasta por el día del perro, y los recreos se extienden toda las horas que las profesoras quieren chismosear.

Eso sin contar con las jornadas sindicales y los festejos y demás excusas para que en las escuelas no se haga lo que se debe hacer que es desarrollar clases.

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