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Caja Bancaria
En el crepúsculo de su mandato, ocurre cada caso raro con la presidencia actual, y que generalmente se cocina muy secretamente, lejos del conocimiento de los directamente afectados, que son los jubilados y pensionados. Ahora el presidente, acompañado por los consejeros, agrega nuevo ingrediente con posibilidad cierta, según él, de la compra del inmueble adyacente a Ykua Ybumí, por US$ 23 millones, importe que no es fácil de juntar como para tirar olímpicamente por la borda.
La Caja Bancaria tiene como prioridad la atención a los jubilados y pensionados, en tanto en mejora de su emolumento, como en la prestación de su salud con la avanzada edad de la mayoría y con exiguos haberes con que afrontar sus necesidades básicas. En estos menesteres es que la Caja debe concentrarse permanentemente y no malgastar en compra de ese inmueble, de la mucha extensión que ya tiene.
Es innecesario destinar un montón de plata, provocando un posible default, que recaerá, otra vez, sobre el bolsillo de los empobrecidos jubilados para salvar esa situación, si volviera a presentarse.
Ni idea surge de que esté dentro de la posibilidad de la Caja, ni ella está interesada en la devolución de ese 50% de nuestros aportes que falta honrar, ahora que está con superávit que debiera favorecer a sus asociados, quienes en aquella situación adversa nos arremangamos para salvarla del seguro quiebre. Son aportes que muchos jubilados dejaron en la calle, o los llevaron a la tumba.
El presidente se volvió a pasar de boca informando a los cuatro vientos la solidez financiera de la Caja. Por un lado, pedimos ayuda. Y por el otro, ventilamos el estado de liquidez.
Lo relacionado a nuestra Caja debe ponerse en conocimiento de los afectados en informes escritos adheridos al recibo de sueldo y a nadie más. Con esta administración ¿Quo vadis Caja Bancaria? También están al acecho sobre nuestros fondos de previsión para su utilización por el Estado de acuerdo con la Ley 5074. Ojalá se derogue.
José Julián Valenzuela Ramírez
Políticos corruptos
“Por un Paraguay con políticas de Estado en salud y educación. No políticos corruptos”. Esto se lee en una pancarta de los médicos. El Paraguay es un país maravilloso en muchos aspectos, pero a nadie escapa el nivel de corrupción que impera en todos los estamentos. No me siento orgulloso del, si no me equivoco, primer o segundo puesto en el cual estamos como país donde hay más corrupción. La corrupción es alterar el orden normal, legal de las cosas. Todos los días la prensa en general nos informa de actos de corrupción cometidos casi en cada uno de los estamentos del Estado o en otros. Algunos legalmente, como por ejemplo los sueldos, bonificaciones, aguinaldos de funcionarios, quienes posiblemente los recibirán ahora incorporados a sus salarios. Quizá pierdan algo, pero encontrarán cómo completarlos. Tendrán legalidad, pero no moral ni ética.
¿Quiénes son los culpables? Los que perciben, los que solicitan y los que aceptan. Entre ellos, el pueblo dormido, apático, indiferente, displicente, abúlico, indolente, desganado y plagueón. Los gobernantes abren sus bolsillos para cargarlos más y los cierran para ser generosos con plata ajena. Parlamentarios, jueces, fiscales, familiares de estos, con problemas con la justicia, sindicalistas del magisterio y otros con dos, tres sueldos (trabajan en dos, tres partes a la misma hora), jóvenes asesores parlamentarios sin título alguno, intendentes que piden modificar leyes para apurar desembolso de royalties y Fonacide. La mayoría no presenta su informe de gestión respecto a la utilización de fondos desembolsados en concepto del Fonacide.
Huelgas de maestros que solicitan aumento salarial, mejorar la infraestructura, etc., y el 1% (solo 4) de 354 postulantes pasaron la prueba profesional para ser supervisores teniendo que reducir el puntaje requerido para que aprueben algunos más, ¡qué vergüenza! Médicos que solicitan aumento salarial, y atención real a los problemas de salud, de personal, equipamiento, infraestructura, medicamentos y otros.
En un año de gobierno no es posible solucionar los problemas de educación, salud, seguridad. Los “demócratas” actuales tienen que llenar sus profundísimos bolsillos además de los de sus parientes y amigos. No hay solución para terminar con la corrupción, hay parches para tapar algunas de ellas, pero para eso se debe pagar un costo político demasiado caro, que ninguno de los componentes principales e importantes de los campos del poder tiene la capacidad, la fuerza moral, la sangre, la garra, la voluntad, ni la decisión de pagar. De una vez por todas los presidentes de los poderes del Estado deben reunirse y ponerse de acuerdo en solucionar estos problemas de la corrupción en la cual ellos mismos están implicados de alguna forma, aunque sea por omisión.
Cándido A Chamorro R