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Vergüenza nacional
Es una vergüenza lo que sucede en nuestro país. El despilfarro de dinero público, la corrupción, el prebendarismo, el nepotismo y el tráfico de influencias han llegado a niveles alarmantes. Basta con revisar las planillas de salarios de funcionarios de las diferentes reparticiones públicas. Me atrevería a vaticinar que el 70% de los funcionarios públicos son vecinos, amigos o parientes de algún representante o miembro de partido político empotrado o no en algún cargo público. En el periodo de gobierno actual inclusive podríamos encontrar algunos que, probablemente por su buen desempeño, han logrado mantenerse en el cargo a pesar de los cambios de poder. Es vergonzoso enterarnos cómo el Estado, que debería de ser celoso custodio y administrador de los bienes generados por sus contribuyentes, despilfarra nuestros bienes.
Es una burla cómo inventan cargos (“Directores”), para beneficiarse con jugosos sueldos, cargos que no requieren un conocimiento técnico especializado, y en la mayoría ni un título universitario, cuando por otro lado está el pueblo humilde, necesitado, en parte inundado por efectos de la naturaleza, con miles de compatriotas damnificados que suplican por una ayuda gubernamental, ciudadanos de la tercera edad que claman por una pensión, niños drogados, descalzos y harapientos, abandonados a su suerte mendigando por las calles, bomberos a quienes se les niega una ayuda presupuestaria y que aun así, siguen brindando como pueden sus servicios a la ciudadanía, docentes que sobreviven con míseros sueldos. Cómo no sentir rabia, impotencia y dolor cuando nos enteramos de que nuestros representantes se tragan nuestro dinero incansablemente, se benefician con jugosos sueldos, sobresueldos, bonificaciones y gratificaciones varias veces al año cuando con suerte a nosotros nos toca solo uno. Funcionarios del Estado, representantes nuestros, carentes de honestidad, que a pesar de todos los beneficios que gozan, todavía inclusive manejan como cosas a sus empleados domésticos, tomando sus nombres y documentos para cobrar más salario extra.
¿Cómo pueden los parlamentarios tener idea de la inseguridad reinante, cuando tienen como mínimo tres policías como custodio y se movilizan en vehículos mientras Juan Pueblo circula en colectivos expuesto a asaltantes y motochorros? Solo se enteran por las noticias y así es muy fácil opinar que se trata solo de una “Sensación de inseguridad”. La gente que debería hacer algo, se llenan los bolsillos a costa de la gente necesitada. No se puede tocar la plata del Estado solamente porque se tiene poder, como si fuese un regalo al alcance de “los de turno”. No está de moda tener vergüenza de robar, y se está convirtiendo en una práctica común de quienes no tienen principios y se amparan en su mal aplicada y entendida impunidad. Hay que tener vergüenza de robar, es un delito. Los que están arriba deben dar el ejemplo, y si cometen errores deben ser castigados y no beneficiados. Si no se tiene respeto por la ley, la delincuencia se expande y se hace pan de cada día.
Gilberto Otazú S.
Transporte público
Se escucha y se lee que los transportistas quieren volver a subir el precio del pasaje a G. 2.800. ¡Qué abuso! ¿Y tenemos que seguir tolerando este tipo de cosas? Los buses son chatarras ambulantes y en las horas pico se viaja en pésimas condiciones, humillantes e indignas.
Para peor, uno nunca sabe si el micro va a llegar a destino o te va a dejar por el camino, porque paran en cualquier lado por problemas mecánicos.
Sueño con vivir en un país donde viajar seguro en transporte público y donde toda la gente, incluidos los ricos, prefieran este medio de transporte porque es limpio, seguro, barato y efectivo.
Verónica Cáceres