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Esta reducción histórica de los límites financieros de las tarjetas de crédito afectó seriamente el rubro, ya que ante un menor margen del negocio, las intermediarias cortaron las promociones y descuentos y recortaron los clientes con mayores riesgos de recuperación.
El corte de estos beneficios privó a los usuarios de ahorros estimados en US$ 225 millones, y la venta por esta vía en los comercios también mermó en US$ 876 millones y se terminó expulsando a cerca de 200.000 usuarios de tarjetas a segmentos no regulados que cotizan créditos con tasas de entre 80% y 90% de interés anual.
Tras dos años y medio de vigencia de estos topes, se plantea una modificación en la legislación vigente. Una de las propuestas es para modificar la base de cálculo bajando el techo en nivel de los Certificados de Depósito de Ahorros (CDA) a un año, que da un promedio de 8%, esto multiplicado por tres (que ya establece la ley, pero sobre las tasas pasivas), quedaría el tope en 24%. En esas condiciones, los empresarios del sector bancario consideran que se podría pensar en reactivar algunas promociones.
Recientemente, Miguel Mora, economista jefe del BCP, sostuvo que la tasa de interés debe ser libre y esta debe responder a la oferta y demanda del mercado, como se manejan los otros productos.