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Al principio, creyeron que se trataba de nubes grises, como si fuera a llover, pero luego comprobaron que se trababa de estas langostas. Estas plagas finalmente fueron a posar en una pastura de 700 hectáreas de un establecimiento ganadero cercano a dicha población. Los peones de la estancia primero se sorprendieron y luego comenzó la preocupación por el daño al campo donde se alimenta el ganado. Al final, el daño al pasto fue ínfimo, los más afectados fueron los árboles, cuyas hojas fueron devoradas por los insectos.
Los productores temen que las langostas hayan podido desovar, lo que si sería una preocupación mayor. Esto podría poner en riesgo la producción ganadera considerada puntal de la economía en la región, sobre todo en una época que se aproxima el invierno.
A mediados de febrero fueron detectadas las primeras poblaciones de langostas, y desde entonces la Senave solo envió en dos oportunidades a sus fumigadores con mochila al hombro. Este sistema de rociado no es nada efectivo, sostienen los ganaderos, por lo que piden la realización de fumigaciones aéreas, como las que se realizan en las colonias menonitas en el Chaco Central, donde las lluvias ha paralizado estos días ese trabajo.