La ética como instrumento de creación de valor económico

Todos nosotros tenemos como individuos una referencia ética, una especie de ética natural derivada de la noción del bien común y de la necesidad de relacionarnos. Curiosamente, en las organizaciones, en esencia conjuntos de individuos que se relacionan en una amplia gama de situaciones y objetivos, paradójicamente ni siempre la necesidad y beneficios de la ética son naturalmente perceptibles como en el plan individual.

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Estoy convencido que eso ocurre la mayoría de las veces por nociones equivocadas de conceptos como la competitividad, la búsqueda del lucro y el éxito profesional. Esas distorsiones suceden, en la mayoría de las veces, por la falta de comunicación y transparencia y, algunas veces, por decisiones y “estilos gerenciales” que crean una cultura de resultados inmediatos.
Cuando discutimos la ética en los negocios surgen siempre dos aspectos:

1.La compatibilidad entre el “mundo de los negocios” y la ética; y

2. El nivel ético del macroambiente como obstáculo al comportamiento ético en los negocios.


Con relación al primer aspecto hay una mezcla de prejuicio y desinformación. Prejuicio, porque el ambiente de negocios, en esencia, no es diferente de cualquier otro. A este respecto, el Talmud nos da, por ejemplo, una perspectiva extremamente interesante y positiva sobre la compatibilidad entre negocios y ética. Según el Talmud, el ambiente de los negocios (Gescheft) es una instancia donde la relación humana se procesa en su forma más generosa, en la medida en que la maximización del lucro de uno esté asociada a la maximización del lucro del otro, por lo tanto, en un sano equilibrio entre dar y recibir (¿no es lo que en “business” acostumbramos llamar de win/win?). Recomienda el Talmud, que la ética del “Gescheft” sea referencia para nuestra ética diaria.

Desinformación, porque la ética es uno de los factores fundamentales de protección y creación de valor en las organizaciones y, por lo tanto, uno de los pilares de la sustentación. Así, es algo que las organizaciones necesitan como imperativo estratégico y no, simplemente, porque se espera que lo tengan porque está “de moda”.
Este aspecto del imperativo estratégico, tal vez quede más claro con el siguiente ejemplo: ¿Puede el proceso estratégico de “fidelización” de las relaciones con clientes, proveedores, financistas, etc. Tener suceso sin un fuerte sentido de bien común y transparencia? ¿Sin una plataforma ética que lo apoye? Todos, ciertamente concordamos que no.
En el fortalecimiento del comportamiento ético y de la maximización de su creación de valor, la transparencia es fundamental.

A.Transparencia interna: La comunicación clara y el compromiso contemplado de estrategias, valores y principios éticos de la organización, un factor poderosísimo de potencialización del capital humano; y,

B. Transparencia externa: Un “brand” cuyo DNA percibido por el mercado sea el de valores vividos y el comportamiento ético se constituye en intangible, que el mercado refleja en el valor de capitalización del negocio.

La maximización de creación y preservación de valor a través del comportamiento ético, entretanto, no se depaupera en la transparencia. Requiere también una cultura de “accountability” y procesos de admisión y remuneración, que valoricen efectivamente la integridad personal.
En cuanto al aspecto de si el macroambiente limita el comportamiento ético en los negocios, la cuestión es colocada muchas veces en forma legítima, y otras veces, en forma distorsionada, buscando meramente justificar una posición personal de incredulidad en la capacidad de creación de valor de la ética. Es innegable que el macroambiente impacta nuestra habilidad de crear valor a través de la ética. Un macroambiente de bajo nivel ético, aunque limite los resultados de nuestros esfuerzos a nivel empresarial, no debe limitar nuestro compromiso de emprenderlos. De ello resulta que para maximizar la creación de valor por el comportamiento ético, es estratégico que también seamos agentes de la promoción de la ética, en el macroambiente, en el universo de la sociedad (comunidad, industria, país, mundo).
Ese aspecto se constata nítidamente en la comprobada relación entre transparencia y capacidad de atracción de inversiones directas externas (FDI) por los diversos países. Encuestas como la efectuada por PricewaterhouseCoopers sobre esta relación (disponible en el sitio www.opacityindex.com) indican claramente el costo de oportunidad de los países con menos transparencia y, por lo tanto, de los negocios en estos países.
Dentro de este mismo concepto, cuestiones como la impunidad, la inequidad social y la miseria, a nivel nacional y global, y las barreras arancelarias y no arancelarias de las tarifas impuestas a los productos exportables por países emergentes son también asuntos de carácter ético, que afectan la sustentación de los países y, por lo tanto, de los negocios en ellos localizados.

(*) Luis Eduardo Frisoni Júnior
(*) Presidente de Pricewaterhouse Coopers para América del Sur
y Central.
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