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Ferreira argumentó que si bien el endeudamiento aún no llega a niveles preocupantes e incontrolables, contar con más espacio dentro del presupuesto sería más adecuado a fin de evitar un crecimiento más acelerado de la deuda. Actualmente la mayor parte del Presupuesto de la Nación se destina a gastos corrientes, para pago de salarios principalmente, por eso es que la mayor parte de las obras de infraestructura en proyecto y en ejecución son financiadas con préstamos.
La deuda pública fue de US$ 5.400 millones a octubre último, de este total la deuda externa asciende a US$ 3.900 millones, mientras que la deuda interna totaliza US$ 1.491 millones. Los bonos soberanos en circulación fueron vendidos en el mercado internacional a través de la Bolsa de Nueva York, Estados Unidos, por un total de US$ 1.780 millones, entre 2013 y 2015.
Sin embargo, gran parte de los fondos provenientes de estos valores se utilizaron para cubrir los vencimientos de deudas anteriores (“bicicleteo” de cuentas), debido a que los recursos genuinos se destinan casi en su totalidad a cubrir salarios.
Con el nivel de deuda actual, equivale al 18% del Producto Interno Bruto (unos US$ 31.000 millones correspondientes al 2014).
Aun así, algunos expertos aseguran que Paraguay es uno de los países menos endeudados de América Latina. Chile y Perú tienen los niveles más bajos, con una relación de deuda sobre el PIB del 14% y 15%.
Ferreira sostiene que para que una deuda sea sostenible en el tiempo, debe necesariamente ajustarse a los límites establecidos en la Ley de Responsabilidad Fiscal.
El profesional acotó además que la inversión en infraestructura tiene un efecto multiplicador en el mediano plazo, de hasta 5 veces de lo que se invirtió. Como ejemplo, citó que en la zona de autopista hay inversiones privadas por más de US$ 1.000 millones, incluso sin contar con la infraestructura pública adecuada. Sin embargo, estas inversiones inyectaron desarrollo, dinámica, nuevos comercios y empleos a la zona.