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–¿Cómo debe prepararse nuestro país para encarar las negociaciones que deben iniciarse en el 2023, año en que el Tratado de Itaipú cumple 50 años de vigencia?
–Los preparativos deberían haber comenzado, mejor dicho haber tenido una continuidad técnica del equipo que debería estar negociando el Anexo C del Tratado de Yacyretá. Haciendo un paralelismo con nuestra selección y su calificación para el mundial, lo primero sería tener un cuerpo técnico, que comulgue con el Ejecutivo; luego, este equipo técnico, encabezado por una autoridad en la materia, podrá armar un equipo multidisciplinario; comprometido y competitivo. Este equipo podrá y/o deberá ser asesorado por consultores, nacionales e internacionales, con experiencia en el tema. Podrá tener todos los recambios necesarios. Se puede cambiar de tácticas, pero no de objetivos. El país ya no puede esperar. Con cuatro décadas de pruebas y errores ya es hora de capitalizar experiencias. Pero, como se dice, la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer.
–La experiencia de los actuales negociadores de Yacyretá con los argentinos ¿deja alguna enseñanza aprovechable no solo para las futuras tratativas con Brasil, sino también para calificar a nuestros futuros negociadores?
–A mi entender es una experiencia negativa, porque a pesar del buen ambiente no fue eficaz (porque no tuvimos resultado alguno hasta la fecha, a pesar de los dos años que transcurrieron del plazo que establece el propio Tratado para la revisión de su Anexo C. La Negociación no es fácil, pero no se visualiza estrategia alguna y tampoco un equipo. Si analizamos, por ejemplo, el último equipo, que el mes pasado viajo a Bs. As. para la reunión oficial con el presidente Macri (Mauricio) y sus asesores sobre el tema EBY; solo uno de los integrantes no era un lego en la materia.
–Planteemos la hipótesis Itaipú llega al 2023 con un saldo deudor a favor de Eletrobrás, ¿entenderán nuestros negociadores de turno la relevancia del segundo requisito que establece el numeral VI-Revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú (“... la relación entre las potencias contratadas por las entidades de ambos países”) a la hora de revisar las cuentas?
–La consigna es deuda cero (hoy) para empezar a negociar en igualdad de condiciones. Lo que hay que analizar es que se esta haciendo en el presente para que eso efectivamente ocurra, no solo mirar los resultados de los ejercicios operativos de corto plazo. Si el Ejecutivo hoy, tal como se puede deducir del accionar del Equipo Económico, intentará mantener el estatus quo en las binacionales, al menos debería asegurarse que se den las condiciones en largo plazo.
Sobre la relación de potencias (energías) retiradas por cada parte, creo que los números 93 a 7% por margen resta méritos mucha discusión técnica, salvo la que se dé en el campo político y quizás jurídico.
No hay que temer. Debe aprenderse a decir NO en las reuniones bilaterales, ya que de la situación de crisis en la mesa de negociación se puede llegar a otras instancias; tal como sucedió con el Acuerdo Lula-Lugo en 2009; que según nuestra excanciller y actual miembro del CDA de Itaipú (Leila Rachid) sería la hoja de ruta hacia el 2023; me imagino que por su experiencia en el tema diplomático.
–¿Cómo debe encararse la implícita prohibición que figura en el Art. XIV del Tratado de que vendamos nuestro excedente a un tercer país, incluso a una empresa brasileña, pero a precios de mercado?
–Para el 2023 la negociación debe partir de un cambio de paradigmas. No podemos seguir pensando en soluciones con más de lo mismo. La región debe integrarse o morir en el intento; nuestros vecinos deben entender que la integración regional debe primar sobre la geopolítica de décadas pasadas. Sin energía no hay desarrollo y la región tiene polos energéticos complementarios que fueron desaprovechados debido a intereses mezquinos y sectoriales.
–¿Cómo evalúa la posibilidad de que nuestro país, finalmente, ventile el caso ante el tribunal internacional de La Haya?
–Para mi modesto entender, es una alternativa muy valida, diría como un as en la manga; si no hay voluntad de nuestra contraparte a negociar, no hay que temer para plantearlo ante esa instancia, tenemos el ejemplo de Argentina y Uruguay; Chile y Bolivia, etc., casos que hicieron perder el rumbo a la región.
Como diría Rubin (Humberto), en un pensamiento mágico, si fuera el canciller, la primera movida que haría sería acudir a la CIJ de La Haya, y veremos cómo cambia el juego geopolítico.