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Koichi Miyamoto, un reconocido fruticultor de La Colmena, departamento de Paraguarí, inició el cultivo de manzana en parcela experimental, con variedades aclimatadas a zonas subtropicales traídas del Brasil. Hace unos 15 años Henfried Kress no había logrado el éxito esperado en este rubro.
La Colmena (Víctor Pizzurno, enviado especial). Desafiando a las limitantes climáticas, el competitivo fruticultor de esta zona, Koichi Miyamoto, inició el cultivo experimental de manzano, un frutal casi imposible para nuestro país, porque normalmente requiere de mucho frío para fructificar adecuadamente.
Miyamoto, que lleva consigo una muy rica experiencia frutícola de su padre y también de su abuelo, se especializó dos años en Japón. "Mi abuelo poseía algunas plantas de manzano que fructificaban muy bien", recordó. La finca Miyamoto tiene una extensión de 131 hectáreas y está a unos 7 kilómetros del centro urbano de esta ciudad. En la misma se cultivan unas 16 hectáreas con frutales, principalmente uva y durazno, y complementadas con horticultura y también dedica espacio al ganado bovino.
Para saber si la parcela de manzana de Miyamoto era la primera con fines productivos en el país, consultamos al ingeniero agrónomo Gerardo López, especialista en fruticultura del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Este nos informó que el fundador de la empresa Frutika, Henfried Kress, había dedicado varias hectáreas a experimentos con diversas variedades de manzana, traídas de diversas latitudes e implantadas entre sus plantaciones de ciruelas, uvas y naranjas.
"Kress no logró resultados esperados con la manzana, porque esta fruta requiere como mínimo 150 horas invernales continuadas con temperaturas por debajo de los 7 grados, algo así como un mes de intenso frío, pero creo que la familia Miyamoto tiene muy rica experiencia y podría lograr algo", explicó López.
Uva y durazno
En otro orden, Miyamoto apoya su producción frutícola principalmente en uva de mesa, para consumo directo. Informó que está invirtiendo cerca de G. 60 millones por hectárea en las parcelas de uva y en menor proporción con el durazno y la ciruela. Dijo que comercializa en forma directa con un supermercado de la capital del país y también a través de la Cooperativa La Colmena, en el Mercado de Abasto. El fruticultor destacó en otro momento la ayuda técnica que inició la provincia de Kagawa, Japón, para industrializar los remanentes frutihortícolas y el apoyo contante de la JICA.
La Colmena (Víctor Pizzurno, enviado especial). Desafiando a las limitantes climáticas, el competitivo fruticultor de esta zona, Koichi Miyamoto, inició el cultivo experimental de manzano, un frutal casi imposible para nuestro país, porque normalmente requiere de mucho frío para fructificar adecuadamente.
Miyamoto, que lleva consigo una muy rica experiencia frutícola de su padre y también de su abuelo, se especializó dos años en Japón. "Mi abuelo poseía algunas plantas de manzano que fructificaban muy bien", recordó. La finca Miyamoto tiene una extensión de 131 hectáreas y está a unos 7 kilómetros del centro urbano de esta ciudad. En la misma se cultivan unas 16 hectáreas con frutales, principalmente uva y durazno, y complementadas con horticultura y también dedica espacio al ganado bovino.
Para saber si la parcela de manzana de Miyamoto era la primera con fines productivos en el país, consultamos al ingeniero agrónomo Gerardo López, especialista en fruticultura del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Este nos informó que el fundador de la empresa Frutika, Henfried Kress, había dedicado varias hectáreas a experimentos con diversas variedades de manzana, traídas de diversas latitudes e implantadas entre sus plantaciones de ciruelas, uvas y naranjas.
"Kress no logró resultados esperados con la manzana, porque esta fruta requiere como mínimo 150 horas invernales continuadas con temperaturas por debajo de los 7 grados, algo así como un mes de intenso frío, pero creo que la familia Miyamoto tiene muy rica experiencia y podría lograr algo", explicó López.
Uva y durazno
En otro orden, Miyamoto apoya su producción frutícola principalmente en uva de mesa, para consumo directo. Informó que está invirtiendo cerca de G. 60 millones por hectárea en las parcelas de uva y en menor proporción con el durazno y la ciruela. Dijo que comercializa en forma directa con un supermercado de la capital del país y también a través de la Cooperativa La Colmena, en el Mercado de Abasto. El fruticultor destacó en otro momento la ayuda técnica que inició la provincia de Kagawa, Japón, para industrializar los remanentes frutihortícolas y el apoyo contante de la JICA.