Hernando de Soto y sus teorías, malas palabras en Porto Alegre

La sola mención del economista peruano Hernando de Soto les hacía crispar los pelos a muchos en la conferencia internacional de la FAO sobre reforma agraria y desarrollo rural en Porto Alegre, y ni qué decir en la reunión "de la sociedad civil" que se realizó en forma paralela. Es curioso, piden tierras en nombre de los campesinos, pero no quieren que los campesinos sean los dueños.

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Luego de una de las primeras sesiones de la conferencia, me acerqué para conversar con Harold Liversage, un afable experto británico que me acababan de presentar, gerente del programa de Tenencia de Tierra en la división de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) para Africa del Sur y del Este. Le pregunté qué pensaba de la teoría de Hernando de Soto según la cual la formalización de los derechos de propiedad es un elemento clave para vencer la pobreza en el Tercer Mundo.

Harold alejó un tanto la cabeza y me miró con los ojos entornados como si no diera crédito a lo que acababa de escuchar, o como si quisiera cerciorarse de que se lo estaba preguntando en serio, o tal vez para observar mejor el rostro del ingenuo que tenía en frente. "It’s crap" ("es un disparate", siendo generosos con la traducción), me contestó en tono divertido.

Acto seguido, se me acercó un poco más y me dijo casi al oído que no encontraría a muchos amigos de De Soto en los alrededores.

"Discúlpeme, pero yo no la considero (a la teoría) ningún disparate", insistí. Harold suspiró resignado y comenzó a darme su opinión. Para mi asombro, resultó que coincidía con muchos de los principales postulados del renombrado economista peruano, "aunque no en todo", se preocupó en aclarar. Elogió el trabajo que realizó en Tanzanía el Instituto de Libertad y Democracia, que dirige De Soto. "Pocas veces he visto un diagnóstico tan completo, certero y profundo de la realidad de un país", concedió. Al final terminó diciéndome, muy al estilo FAO (evitando asumir posturas firmes que pudieran generar controversias), que el programa de De Soto podría ser excelente para algunos países, pero no funcionaría en otros.

A medida que pasaron los días fui comprobando que Harold me había dicho la verdad: no había muchos amigos de De Soto en los alrededores.

No es difícil adivinar por qué.

Para comenzar, Hernando de Soto plantea una solución capitalista para la pobreza. Su "receta" consiste en darles a los pobres títulos de propiedad sobre los bienes que ya poseen, con el fin de facilitar su incorporación a la economía formal y posibilitarles convertir esos activos en capital productivo. En otras palabras, plantea hacer reformas para que los pobres sean ellos mismos dueños de los medios de producción a su alcance, en este caso la tierra.
Por lo tanto, la reacción contra De Soto contiene una reacción contra el capitalismo, lo cual no tiene nada de sorprendente, ya que mucha gente considera, con todo derecho, que el modelo capitalista es generador de pobreza y atraso. Sin embargo, no estaría de más echar una mirada alrededor y ver cuáles son los países que han logrado progresar y elevar el nivel de vida de su población y cuáles son los que se han quedado rezagados y tienen altísimos niveles de miseria y exclusión social.

Otro motivo por el que odian a De Soto es que propone una reforma que se basa en los principios del mercado, no en la intervención del Estado, lo que no significa que no haya un rol que deba cumplir este último. Esta es una idea antipática para los grupos de presión que dominan el escenario de la lucha campesina y la antiglobalización, que en general señalan al mercado como la causa, no la solución, del problema. Como si los Estados en América Latina, por ejemplo, con sus gobiernos corruptos, arbitrarios e ineficientes, fueran verdaderos aliados de los pobres.

Pero hay una razón más práctica, y tal vez más importante, por la cual aborrecen a De Soto: el peruano propone un modelo que quita poder a los líderes y se lo otorga a los individuos. Cuando se generan condiciones para que los pobres progresen por sí mismos, aquellos que intentan manejarlos para sus causas, sean estas de izquierda, de derecha o de cualquier tipo, se quedan con las manos vacías. Esto hace a De Soto no solo detestable, sino peligroso, no en vano la organización terrorista Sendero Luminoso intentó eliminarlo una decena de veces.

Si aplicamos la fórmula de Hernando de Soto a la reforma agraria, como creemos se debe hacer en el Paraguay, habría que proporcionar no solo tierra, sino derechos de propiedad sobre ella a los campesinos. En Porto Alegre, sus enemigos reclamaban lo primero, pero rechazaban lo segundo. Un rechazo que evidencia una profunda contradicción y una fuerte cuota de hipocresía.


arivarola@abc.com.py
Mañana: Mercado vs. Estado.
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