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El ministro de la Secretaría Técnica de Planificación (STP), José Molinas, informó ayer que la licitación para la compra de alimentos ya está en curso. Antes comenzarán con la distribución de semillas para huerta y pollitos con alimentos balanceados.
Por otro lado, las personas en edad de trabajar, que forman parte de las 23.000 familias en pobreza extrema, serán conectadas con empresas contratistas del Estado, con miras a recibir, además de apoyo de consumo, una inclusión productiva más sostenible.
Explicó además que se realizaron solo reprogramaciones presupuestarias y no ampliaciones en las diversas reparticiones del Estado para encarar el trabajo.
El Gobierno tiene identificadas, con nombres y apellidos, a unas 252.000 personas en pobreza extrema a través de las fichas sociales, pero queda un grupo mucho mayor aún por identificar, compuesto por unas 700.000 pobres extremos.
Según Molinas, la Iglesia puede ayudar a continuar identificando personas en este proceso y cooperar para conectar los servicios públicos de educación, salud, protección social, apoyo productivo, etc. “La Iglesia Católica puede aportar muchísimo. En primer lugar, tiene un conocimiento local de las familias. Puede validar este trabajo de identificación que ya ha hecho el Gobierno”, destacó.
La Iglesia puede ayudar a disminuir el riesgo político en un periodo eleccionario, que se prolongará hasta finales de este año para que la ayuda vaya adonde tiene que ir, concluyó Molinas.