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COLONIA MARACANÁ, Dpto. de Canindeyú (Pablo Medina, Corresponsal).La cosecha de granos de cerca de 900 hectáreas de soja, cargada en 10 camiones, de la Colonia Maracaná finalmente pudo ser transportada ayer por la tarde hacia los silos, pero con acompañamiento de un contingente de 40 efectivos policiales, en 10 vehículos. En la zona existen más de 3.000 hectáreas de cultivo de soja, los principales productores son Gilmar Monteiro, quien posee 400 hectáreas, y Julio Pratta, 2.600. El resto tiene propiedades de 50 hectáreas en promedio.
Los labriegos amenazaron con evitar el traslado de los 10 camiones transportadores de granos, que tenían como destino los silos en Curuguaty. Los manifestantes de la FNC hablaron incluso de quemar los vehículos.
Los productores explicaron que si se esperaba más tiempo, los granos en los camiones se dañarían por la humedad y, por lo tanto, habrían quedado inutilizables.
Los afectados radicaron una denuncia en la sede del Ministerio Público de Curuguaty. El fiscal de turno, José Zarza, requirió entonces a la Policía Nacional el envío de un grupo especial de operaciones, para resguardar el traslado de los camiones.
Los representantes de las fuerzas públicas fueron encabezados por el comisario Antonio Ruiz, cuyo desempeño fue exitoso.
Maracaná es una de las colonias donde más problemas entre campesinos y sojeros ha traído la producción del grano. Los labriegos están en contra, debido a que tienen sospechas de que las fumigaciones dañan el ambiente y la salud humana.
Denuncia de la APS
Por otra parte, la Asociación de Productores de Soja, Oleaginosas y Cereales del Paraguay (APS) informó que está recibiendo, en forma continua, varias denuncias de sus socios, quienes son víctimas de atropellos y agresiones dentro de sus propiedades por parte de campesinos que les impiden sembrar, cosechar y realizar cuidados culturales. La denuncia de la APS detalla que recientemente los campesinos destrozaron parabrisas, reflectores, radiador, vidrios, y secuestraron máquinas; hasta agredieron físicamente al chofer de una máquina y al hijo del propietario. “Esto está llegando a mayores”, lamentó.