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Extraoficialmente se supo que la avería afectó a los tres descargadores de 23 kV y contadores de maniobra del TR1 (transformador) 220/66/23 kV de la estación de Lambaré, de 300 MVA (equipo nuevo); que interrumpió el servicio de ocho alimentadores de 23 kV.
Según las fuentes técnicas que consultamos, a las 18:39 conectaron el TR 2 (transformador) “energizando el lado de 23 kV”; pero a las 19: 42, una hora y tres minutos después, la misma quedó de nuevo fuera de servicio sumiendo una vez más en las oscuridad de sus clientes de Lambaré y Tres Bocas.
El lunes 22 de este mes, además, falló la línea de transmisión de 66 kV, subterránea, que une la estación Republicano con la estación General Díaz, incrementándose así la superficie de las áreas sin luz de la capital del país.
A la deficiencia de la línea de transmisión, el director de distribución de la empresa eléctrica estatal, Ing. Jorge Gamarra, ante las cámaras de la televisión, calificó el martes de “atípica”, sin aclarar cuáles podrían catalogarse como “típicas”.
Pese al tendal de afectados, no solo residencias, sino también establecimientos comerciales, sedes de instituciones públicas, nosocomios, etc., la ANDE no dio una explicación convincente ante sus usuarios, pese a que la indignación había alcanzado ya dimensiones inquietantes.
Los clientes de la estatal esperan que no se repita, ni en palabras siquiera, aquella frase, tristemente célebre, que había pronunciado el viernes 20 de febrero de 2016 el actual presidente de la ANDE, Ing. Víctor Romero, aún ante los rescoldos y la humareda que se observaban en las incendiadas estaciones de Lambaré y San Lorenzo en el infortunado primer trimestre de 2016.
El nuevo accidente en la estación de Lambaré, así como las quejas cotidianas de sus usuarios por falta de luz, no debe atribuirse a la falta de recursos, sino más bien a la ineficiencia en la ejecución de su presupuesto, señalaba un técnico del sector.
Según los últimos registros disponibles, hasta mayo del ejercicio anterior, la ejecución de la estatal de los rubros inversiones físicas o infraestructura eléctrica alcanzaba apenas 11,94%, rubro para el que habían asignado para ese ejercicio 2.255.200.274.493 guaraníes, el 32,55% del total, superado levemente por el renglón Bienes de Cambio (compra de energía), que alcanzó el 36,44% del total.
En los cinco primeros meses del ejercicio 2017, la ANDE ejecutó el 24,59% de presupuesto, que ascendía a 6.928.995.788.602 guaraníes. Si el problema de la empresa estatal se localiza en perfil infraestructural, debería explicar a sus usuarios por qué razón las cantidades destinadas a estas obras disminuyeron entre el 2014 y 2015 y que su ejecución, para colmo de males, registra un bajísimo porcentaje de ejecución. Según las fuentes, en 2016 la ejecución presupuestaria en este rubro fue del 38,87%; 39,88% en 2015, 29,26% en 2014; 23, 86% ene 2013, 29,64% en 2012 y 35,45% en 2011.
En marzo de 2017, no debe olvidarse, el tarifazo que aplicó la ANDE a sus clientes, especialmente industriales. Por consiguiente la falta de recursos no debe seguir usándose como argumento para justificar la ineficiencia.
Negativa, tras 13 años
Aún no se sabe si en el ejercicio fiscal recientemente fenecido la ANDE pudo superar la rentabilidad negativa o pérdidas. Ante el signo negativo de los años enteriores, 2016 y 2015, -2,98 y -3,54 respectivamente, el Ejecutivo prefirió el fácil expediente del tarifazo en marzo de 2017, extremadamente duro para el sector industrial del aparato productivo nacional. Los técnicos apuntan que el signo menos en los registros de ANDE volvió a aparecer después de 13 años.