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El producto entró al mercado hace once años con 1.000 cajas, a iniciativa de Javier Díaz de Vivar, quien tenía a su favor la experiencia y conocimiento de más de 20 años de provisión de caña al Estado por parte de su familia, que fueron fundamentales para lograr la calidad de caña, hoy consumida en todo el país y la Argentina.
El recorrido se inició en una de las fincas de caña de azúcar, ubicada en la zona de la colonia Piraretâ, donde los visitantes observaron el sistema de cortado y pelado de la materia prima. Continuó en la fábrica de miel "La Milagrita", donde llegan los fardos de caña dulce, la que primeramente es picada, luego pasa por extractores de jugo o trapiches que extraen el mosto que, después de un proceso de filtrado, es transportado mecánicamente a evaporadores donde por efecto del fuego y el calor se elimina el agua, dándole una mayor concentración de azúcar y un sabor acaramelado.
La miel es trasladada en cisternas de aluminio a la planta industrial destilera. Aquí se carga en tinas de fermentación de acero inoxidable, se le agregan agua y levadura y se produce una mezcla natural; posteriormente, el proceso de fermentación, donde en dos o tres días se elimina el contenido de azúcar, convirtiéndose en alcohol. De aquí, pasa a la columna de destilación, donde se separa el alcohol o la caña blanca, que es transportada a cubas de roble o pipones de incienso en las bodegas de almacenamiento, donde reposa durante seis a nueve meses para lograr el sabor de la "Fortín" tradicional y cinco años para la etiqueta negra.
El envasado en las botellas de un litro, medio y petaca, así como el tapado y etiquetado se realizan con maquinaria automática; finalmente son cargadas en cajas de cartón y distribuidas en todo el territorio nacional. El promedio de producción es de 500 litros hora, lo que significa 400 a 500 mil litros en forma mensual.
El recorrido se inició en una de las fincas de caña de azúcar, ubicada en la zona de la colonia Piraretâ, donde los visitantes observaron el sistema de cortado y pelado de la materia prima. Continuó en la fábrica de miel "La Milagrita", donde llegan los fardos de caña dulce, la que primeramente es picada, luego pasa por extractores de jugo o trapiches que extraen el mosto que, después de un proceso de filtrado, es transportado mecánicamente a evaporadores donde por efecto del fuego y el calor se elimina el agua, dándole una mayor concentración de azúcar y un sabor acaramelado.
La miel es trasladada en cisternas de aluminio a la planta industrial destilera. Aquí se carga en tinas de fermentación de acero inoxidable, se le agregan agua y levadura y se produce una mezcla natural; posteriormente, el proceso de fermentación, donde en dos o tres días se elimina el contenido de azúcar, convirtiéndose en alcohol. De aquí, pasa a la columna de destilación, donde se separa el alcohol o la caña blanca, que es transportada a cubas de roble o pipones de incienso en las bodegas de almacenamiento, donde reposa durante seis a nueve meses para lograr el sabor de la "Fortín" tradicional y cinco años para la etiqueta negra.
El envasado en las botellas de un litro, medio y petaca, así como el tapado y etiquetado se realizan con maquinaria automática; finalmente son cargadas en cajas de cartón y distribuidas en todo el territorio nacional. El promedio de producción es de 500 litros hora, lo que significa 400 a 500 mil litros en forma mensual.