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El sistema de distribución de agua potable de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap), que también presta el servicio de alcantarillado sanitario, registra, en promedio, nada menos que nueve roturas de caños por cada kilómetro.
Demuestra la ineficiencia de la empresa pública, porque los índices que se manejan en Latinoamérica en el marco del servicio de agua potable es de dos caños rotos por kilómetro.
Este grave problema hace que sus costos operativos sean muy altos, según Osmar Sarubbi, titular de la empresa, porque contratan más empleados de lo que necesitan. Añadió que está peleando con la gente (en su mayoría del sector político), porque todos quieren meter gente y la estatal tiene una superpoblación de funcionarios. Lo recomendable es tener cuatro por cada 1.000 usuarios, pero Essap tiene siete, según explicó.
Debido a la rotura de los caños, casi la mitad del agua tratada se pierde (45%). En términos monetarios rondan los G. 6.600 millones por mes o G. 80.000 millones por año.
La única manera de solucionar este problema –según Sarubbi– es invirtiendo en el sistema. “Acá todo el mundo pide que se invierta en transporte público de primera y nadie pide inversión para mejorar el servicio de agua potable. La gente ni siquiera pide alcantarillado sanitario”, agregó.
Los electores y los gobiernos de turno son los culpables de las deficiencias en agua y saneamiento, porque cuando llegan las elecciones solo exigen a los políticos mejorar el transporte público, a pesar de que en su casa tienen un servicio malo de agua potable y ni siquiera cuentan con red cloacal. Aclaró que eso no significa que los ciudadanos no tengan razón en su pedido, solo espera que también exijan que el gobierno invierta en estos servicios.