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“La importancia del año 2023 hace necesario que revisemos datos y planteemos estrategias; para eso es imprescindible que partamos del conocimiento de algunos datos”, nos recordaba recientemente el Ing. Juan José Encina, presidente del IEEE-Paraguay (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos).
Encina reiteraba no solo la importancia del 13 de agosto de 2023, fecha en que vencerá el plazo de 50 años que impusieron a nuestro país para la “revisión” de las disposiciones del Anexo C (bases financieras y de prestación de los servicios de electricidad) del Tratado de Itaipú, sino además el acceso a esta fuente pública de información, que no siempre estuvo abierta, una condición indispensable para que los especialistas que defenderán nuestros intereses en esa “revisión”, apliquen las estrategias y tácticas más eficaces.
En los preparativos con la vista puesta en el 13 de agosto del 2023, añadía, “resulta esencial” conocer el comportamiento del consumo interno de nuestro país, así como las fuentes que le suministran energía.
El ciudadano paraguayo, el genuino fiscalizador de las acciones de los gobiernos de turno, incluso para respaldar a los representantes del país en las negociaciones que se llevarán a cabo en el 2023, a través del andarivel que le corresponde, quiere saber mucho más que los récords que bate Itaipú con una frecuencia digna de la mejor causa, de acuerdo con sus funcionarios, inclusive paraguayos.
Con informarle que la usina binacional cubre el 75% de la demanda de nuestro mercado, e inclusive que crece casi acrobáticamente y que en ciertas horas y días raya el 90% se le está negando la parte más relevante del conocimiento que exige.
Se le debería reiterar, sin atisbos de cansancio, que su país es propietario del 50% de la energía que genera Itaipú, pero que, según la muestra que examinamos hoy, en el período 2009/2016, en promedio, retiró apenas el 9,9% y que el sistema eléctrico brasileño aprovechó la diferencia: el 90,1%.
Tomemos, de esta muestra el ejercicio 2016, año en que el coloso binacional -paraguayo en un 50%- batió el récord mundial de producción: 103.098 GWh (1 Gwh=1000 MWh), pero comercializados 102.335 GWh.
Según el Art. XIII del Tratado, 51.167,5 GWh pertenecen al Paraguay; pero la ANDE retiró solo 11.227 GWh, o sea el 21,9% de la parte que le corresponde, el 78,1% o sea 91.108 MWh, seis veces más que la cantidad que consumió el mercado nacional ese año, lo “cedió” al sistema brasileño.
La siguiente pregunta lógica es qué recibió el país, copropietario de esta energía, por esa “cesión”. Alrededor de US$ 9 por cada MWh. Uruguay lo exportaba recientemente, según la prensa de ese país en valores que superan los US$ 100/MWh.