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En la jornada de apertura de la Asamblea General de las NN.UU., que se llevó a cabo en Nuevo York el martes 25 de setiembre último, el nuevo presidente paraguayo, ante las cámaras y micrófonos de casi todo el mundo, sostenía que “somos el país con mayor generación per cápita de energía renovable del planeta” y, “asimismo, el principal exportador de esta energía”.
La realidad, desbrozada de su maleza publicitaria, prueba sin embargo que esos datos, en el mejor de los casos, debe atribuirse solo un peso estadístico, algo parecido al PIB per cápita.
El Viceministerio de Minas y Energía, en el Balance Energético Nacional de 2017, en un elocuente gráfico demuestra que la porción correspondiente al consumo final de “energía renovable” es de apenas el 15,7%, incluso ligeramente inferior al correspondiente al del 2016.
Exhibe en contrapartida que las partes que representan al uso de biomasa (bosques) como combustible alcanzan el 44,2%, contra el 46,5% que se había registrado en 2016.
Y lo más alarmante, a la energía fósil, a los derivados del petróleo, que para colmo de males debemos importar hasta el último litro, corresponde el 40,1% de esa estructura. Apuntemos que en 2016 representaba el 37,7%.
¿El principal exportador?
En sentido estricto, al menos desde finales del ejercicio precedente la exportación paraguaya de energía eléctrica se precipitó a cero.
Si por exportación entendemos la venta de un producto local en un mercado extranjero con los precios vigentes en ese mercado, la ANDE dejó de vender electricidad al sistema eléctrico argentino la producción de la central nacional del río Acaray.
Si el presidente se refería el 86,5% de la energía paraguaya en Itaipú (Art. XIII del Tratado) que aprovechó el mercado brasileño entre 1985 y el 2017, y al 86,6% que aprovechó el mercado energético argentino de la energía paraguaya en Yacyretá entre 1994 y 2017, no cabe la menor duda: no es exportación, a la operación llaman cesión, pero es casi una confiscación.
Reiteremos que, en el caso de Itaipú, el valor de la “compensación por cesión de energía”, recién desde el 2011 se ajustó a US$ 9,20/MWh, mientras los precios regionales, incluso en Brasil rondan los US$ 100/MWh.
La experiencia paraguaya en Yacyretá es aún peor, porque los valores del Anexo C de 1973/74 fueron modificados por una Nota Reversal cuya vigencia solo fue sostenida unilateralmente. Este instrumento no solo postergó el pago de la parte más importante de esta compensación, sino que, en la prática, dejó de pagar inclusive la pequeña cuota que debió abonarse en forma contante y sonante.
Incluso hoy, el Gobierno paraguayo reclama a su par el pago de una deuda superior a los US$ 100 millones.
¿Es la energía de Yacyretá?
“El Gobierno anunció que, del 22 al 28 de septiembre, la Argentina exportará electricidad a Brasil, ahora sin compromiso de reimportación”, anunciaba la Revista Petroquímica de Argentina en su edición digital de la última semana.
“...Será gracias a los excedentes de producción de gas natural en y por la escasa demanda, tanto de gas natural como de electricidad, por las temperaturas primaverales”, añadía.
Sin embargo, técnicos del sector de nuestro país sostienen que en el vecino país siguen disfrazando la venta de energía paraguaya en Yacyretá a través de la estación transformadora que tiene este país en Garabí, frontera argentino-brasileña.