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En Encarnación, según fuentes independientes de la de la EBY, la cota de referencia, luego de casi seis meses de respeto al Tratado y resoluciones de sus organismos de administración, alcanzó los 83,30 msnm. “Tal vez porque tanto el Acuerdo como la Nota Reversal de modificación del Anexo C ya fueron firmados y ya no queda nada por aparentar”, señalaron nuestras fuentes.
Según los registros consultados, en enero de este año el embalse había alcanzado 83,43 msnm; en febrero trepó a 83,48 msnm, en marzo 83,43; en abril 84,36 msnm, para caer abruptamente en mayo a 82,68 msnm.
El sobreembalse, que fue la característica de la colosal masa de agua que se acumuló detrás de la represa e inundó las costas del Paraná, especialmente la paraguaya porque eran las más bajas, no obedeció al capricho de sus operadores de turno o a sus inclinaciones esteticistas, sino el resultado de fríos cálculos económicos: atenuar la crisis energética del mercado argentino.
Cada centímetro de sobreelevación del embalse implica más energía generada. Claro, también daños a la misma represa y a su equipamiento.