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Desde hace más de un año no funciona la báscula del Abasto, por lo que el registro de ingreso de los productos se hace por declaración. Además, un alto porcentaje de los cargamentos, al ingresar por el portal principal, una vez que han pagado el canon, burlan el puesto de control de estadísticas, según pudimos constatar in situ.
Asimismo, camiones pequeños, furgonetas, camionetas y hasta carretillas ingresan libremente por seis portones, con productos de dudoso origen, traídos desde depósitos aledaños. “Una carretilla mete por vez hasta seis cajas de tomate y, aprovechando el caos del tráfico nocturno, un equipo mete en poco tiempo toda una carga”, contó una fuente del lugar.
El horario establecido por la administración para el ingreso y descarga de productos es desde las 12:00 (mediodía) hasta las 4:00 del día siguiente, disposición que no se cumple adecuadamente.
Por otra parte, no hay horario límite para realizar compras en el Abasto, pero la mayoría lo hace entre las 8:00 de la noche y las 6:00 de la mañana del día siguiente. La coincidencia de la descarga y la compra genera en varias horas un descontrol en el tráfico interno y periférico del Abasto.
Al respecto, un experto del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), ingeniero agrónomo José Marengo, explicó que no deberían estar al mismo tiempo en el Abasto gente que trae y que vende, porque primeramente se debería controlar y cuantificar adecuadamente el volumen ingresado. Esto es para un adecuado control y para transparentar la oferta y la demanda. “El orden y la disciplina en los horarios de descarga y de compra en cualquier abasto del mundo permiten en forma indirecta dar previsibilidad al productor para programar sus cosechas; se deberían establecer 12 horas para cada caso”, propuso Marengo.
En los mercados de abasto de Buenos Aires, Curitiba, São Paulo y otros los horarios de descarga y de compra son estrictamente separados y, además, no permiten la compra al menudeo, como ocurre en el de Asunción.
La simultaneidad de la descarga y la venta que se hace en el Abasto permite que se genere venta irregular de productos; es decir, sin bajar a los depósitos y sin control. Se pasa el producto de un camión a otro, en estacionamientos o áreas de circulación, previo pago de dádiva a los inspectores municipales, explicó un permisionario.
En cuanto al Senave, que es la institución reguladora de la producción vegetal, constatamos que cuenta con una oficina en el medio del predio, al lado de la Administración, pero no tiene presencia en el portal de entrada ni en los otros portones del complejo. Sus fiscalizadores realizan verificaciones en los depósitos, donde ya poco se puede hacer, tal como demostraron varios intentos de control en los que se comprometió la integridad de los funcionarios, ocasiones en las que no se actuó como parte de una comitiva interinstitucional (Policía, Aduanas, Senave, MIC y Comuna).
En cuanto a los productos frutihortícolas, el pasado viernes observamos cargamentos de cebollas nacionales que estaban empaquetadas en bolsas brasileñas con etiquetas en portugués, así como bolsas de naranjas nacionales ofertadas también en paquetes que decían “cebolas”. Es más, frente a la entrada está un local que se dedica a la venta de envases y embalajes usados, algo prescripto por la normativa sanitaria del Paraguay para la comercialización frutihortícola.
Todo es “negocio”
El citado mercado es muy permisivo, porque no exige padrón para embalajes y permite el ingreso de productos a granel y de cualquier forma. Respecto a los locales, se destaca la proliferación del subalquiler, que es irregular, según la normativa de la institución, pero que alcanzaría más del 70%, acorde con varias fuentes que lo denunciaron.
Estas fuentes señalaron que un local del Bloque A es alquilado por la Municipalidad a entre G. 1.800.000 y 2.500.000 por mes, pero para el usufructo de dicho espacio mayorista por parte de los verdaderos comerciantes se paga entre G. 14 millones y G. 16 millones por mes, lo que implica un negocio altamente rentable por parte de muchos permisionarios. Lo lamentable es, además, que los permisionarios que subarriendan generalmente se atrasan en los pagos a la administración del mercado.
El voluminoso negocio que representa tener un local del Abasto del bloque A se puede dimensionar de alguna forma con la cifra de G. 1.200 millones que cuesta la “compra de llave”, que se hace a espaldas de la administración municipal, según nos informaron.
Hasta el baño es negocio en el Abasto; por ejemplo, el alquiler del sanitario del predio ingresa a la Comuna G. 500.000 por mes, pero el inquilino ingresa unos G. 14 millones por mes, estimó un comerciante.
También alquilan veredas y vías de circulación, así como los paseos y antiguas áreas verdes del Abasto, generalmente en “temporada alta” para la venta de sandía y frutas de la estación. Para el efecto se otorga una boleta común, hecha en la imprenta municipal que opera en el mismo predio, por lo que se cree que sería una importante vía de recaudación irregular de funcionarios.
El Mercado de Abasto fue inaugurado el 20 de octubre de 1981 por el intendente Porfirio Pereira Ruiz Díaz, ocupa 11 hectáreas, alberga a unos 1.500 permisionarios. Hace 10 años se recibía diariamente a unas 40.000 personas y la cantidad de vehículos ingresados cada 24 horas se estima en unos 16.000 rodados, en épocas de alta afluencia. Hoy esas cifran, que son resultado de un estudio, fueron superadas ampliamente.
Asimismo, se cree que diariamente ingresarían a ese mercado unas 1.200 toneladas de alimentos frescos, entre frutas, hortalizas, granos y otros productos de origen agrícola.
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