El crecimiento económico solo no garantiza reducir la pobreza

En el medio y largo plazo la pobreza se ha reducido bastante en el Paraguay, admite el gerente regional de Pobreza del Banco Mundial, el español Óscar Calvo González, quien realizó una inspección de los programas existentes en el país. Sin embargo, en esta entrevista, recuerda que el crecimiento económico como el que experimenta el país por sí solo no necesariamente lleva a la reducción de la pobreza.

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–¿Cuál es el diagnóstico del Banco Mundial sobre Paraguay?

–No se puede desconocer que desde el 2003 en adelante, la región latinoamericana consiguió reducir la pobreza a tasas que nunca había conseguido antes. Fue una década muy exitosa de ganancias sociales. En los tres últimos años más o menos, el fenómeno se ha ralentizado y hasta cierto punto estancado, y esto es un desafío no solo para Paraguay sino de toda la región.

–¿Funcionó el “Hambre Cero” de Lula, la “redistribución” de los gobiernos de tinte bolivariano? –Hay muchos factores que explican la reducción de la pobreza. Muchos de ellos están relacionados con decisiones de mejora de las políticas sociales. Un factor importante de la época fue el aumento de los precios de los commodities (materias primas). Aumentó mucho el ingreso salarial, sobre todo de los más pobres. El crecimiento a partir del 2003 fue “pro-pobre”...

–¿Qué quiere decir?

–Que el ingreso creció más en los más pobres. La región consiguió reducir la desigualdad si bien desde tasas elevadas. En gran medida los ingresos laborales son los que contribuyen a estas ganancias sociales. Las tres cuartas partes de la reducción de la pobreza se explica debido al acceso a las oportunidades laborales. Es lo que consigue realmente que la gente salga de su estado. Eso se consigue cuando hay crecimiento económico alto. Por sí solo, el crecimiento económico no garantiza que vayamos a tener estos desempeños inclusivos.

–Para que haya más empleo tuvo que haber más inversión... –Sí. Se trata de algún momento del crecimiento debido al aumento de la demanda. Pero no todos los países cuando crecen al 5%, el empleo aumenta automáticamente el 5%. Casi siempre es menos. Es muy importante que ese aumento de crecimiento (del PIB) venga acompañado de aumento de empleo para que aumenten los índices laborales.

–¿Qué influencia tienen esos programas sociales, los subsidios Tekoporã, a los mayores de 65 años? –Han jugado un papel muy importante. Eso lo hemos visto en Latinoamérica y en Paraguay también. Esos programas sociales influyeron bastante en la reducción de la pobreza porque están muy bien focalizados. La mayor parte de los beneficios le llega al 40% más pobre. Se protege además contra situaciones donde el ingreso no aumenta. Si no hubiese sido por estas transferencias la pobreza hubiera aumentado.

–¿Por qué hay expertos que dicen que los subsidios son un “barril sin fondo”, que va a terminar en crisis como Brasil, Argentina, Venezuela.

–Lo más importante es garantizar el impacto, la eficiencia de ese gasto, la calidad del gasto. Requiere que tengamos una mejor coordinación para reducir, digamos, costos de transacción, costos de administración..., pero el principal resultado es que están teniendo un impacto positivo, y nosotros (los del Banco Mundial) vemos que hay espacio para continuarlos...

–¿No importa que la misma gente beneficiada despilfarre? Dicen que se compran motos, TV, equipos de sonido, fiestas...

–Sin embargo, el uso racional de esos recursos ha sido bastante razonable por parte de los hogares. Está comprobado que los padres están llevando a sus muchachos a la escuela, a los puestos de salud, que realizan inversiones en capital humano que al final son importantes para aumentar el crecimiento económico del país en el largo plazo. La evidencia nos sugiere que estos programas tienen un impacto que van más allá de la anécdota.

–¿Y el riesgo de la crisis? En Brasil, los subsidios iban para millones y millones y ahí se debate... –La situación de cada país es diferente. Asegurar la sostenibilidad fiscal y el buen manejo macroeconómico son pilares fundamentales para que el país pueda crecer y generar empleos. En el caso Paraguay, sé que hay espacio para estos programas. Es el país que tiene la situación más favorable de deuda de la región.

–¿Usted dice que inclusive se puede aumentar? –Hay que mejorar la coordinación para que el gasto vaya a aquellos programas que lleguen a la gente que realmente lo necesita.

–Paraguay tuvo un crecimiento récord desde el 2010. Esto se mantuvo casi constante, ya a nivel de 4% anual. Pero los actores políticos de la oposición dicen que la pobreza no se ha reducido. El Gobierno dice que sí. ¿Qué registros tiene BM? –En el medio y largo plazo lo que hemos visto fue una caída muy grande de la pobreza en Paraguay. Cayó a un ritmo incluso más rápido que el del resto de la región. Ahora bien, es cierto que en algunos años la caída de la pobreza en Paraguay es un poco más volátil. Entonces, la lectura de un año u otro hay que verla en perspectiva, también por las características de la economía de Paraguay. Si nos fijamos en las tendencias, en Latinoamérica en su conjunto, la reducción de la pobreza ha sido un poco más difícil en los últimos años.

–¿Por qué?

–Por varios motivos. Cuando uno consigue grandes reducciones de pobreza, lo que queda (por hacer) es mucho más difícil. Quedan por ejemplo zonas que están más aisladas geográficamente, económica y socialmente. Se ven todavía bolsones de exclusión, de gente que puede tener un determinado nivel de educación pero que no tiene acceso a oportunidades laborales, o simplemente no está dentro de lo que ellos piensan que son sus aspiraciones, el acceder a determinados mercados, etc.

Requiere afinar un poco las intervenciones, pensar mucho en el “cómo“, no solo en el “qué” y centrarse en la implementación. Pequeños detalles pueden llevar a estropear la implementación. Hay que hacer las correcciones puntuales que sean necesarias. Es una agenda más gerencial para conseguir sacarle el máximo partido a las interrogantes.

–¿Por qué existe ese contraste entre la pobreza de la calle y los buenos números macro de la economía como sucede en Paraguay? –No diría un contraste. El crecimiento económico por sí solo no necesariamente lleva a la reducción de la pobreza. Como le dije, la reducción de la pobreza se produce a través de esos aumentos salariales o esas transferencias que sirven de colchón. En determinadas circunstancias, si el crecimiento no está generando tantos empleos, y no está generando esos aumentos salariales, pues no hay contraste. Lo que hay que explicar es por qué está pasando esto. En muchas situaciones es porque el crecimiento también lo que lleva es a un aumento en sectores que son más intensivos en el uso de capital, de tecnología, que no necesariamente están creando tantos empleos como otro tipo de sectores.

–Los gobiernos de izquierda siempre se jactaron de haber reducido la pobreza. ¿Fue así? ¿Depende de los gobiernos reducir la pobreza?

–La pobreza responde a fuerzas económicas. El crecimiento económico es algo que también responde de las acciones públicas. Obviamente, los programas sociales también dependen de la intervención pública. Pues, entonces hay espacio para que los gobiernos puedan influir. Lo que suele suceder es que sobreestimamos el impacto que podemos tener en el corto plazo y subestimamos un poco el impacto que podemos tener en el largo plazo, como la inversión en educación. De un día para otro no es que vayamos a tener tanta incidencia. El aprendizaje en educación no necesariamente se puede ver enseguida al siguiente mes en las estadísticas.

–¿En qué medida influye la condición económica de la familia para que los hijos queden pegados a esa condición de pobre? Se dice que si uno nació pobre, en un 90% va a seguir siendo pobre... –Este es uno de los motivos por el que nosotros enfatizamos mucho en la inversión en la infancia, en la ventana de los primeros mil días de la niñez. Ahí podemos atacar esa transmisión intergeneracional de la pobreza. Si uno ya tiene rezagos en el crecimiento desde que entra en la escuela, se le está poniendo mucho más difícil el éxito en el resto de la vida. Ahí sí que hay intervenciones que están probadas que tienen un impacto positivo para romper ese círculo inter generacional de transmisión de pobreza..

–¿Cuáles son las recomendaciones que hacen ustedes para reducir la pobreza en Paraguay? –Sobre el “qué hacer” es algo que tenemos un amplio consenso. Hay que invertir en educación, hay que asegurarse que haya una red de protección social, un sistema; hay que invertir en infraestructura para poder tener acceso a los mercados, aumentar los activos de capital humano, de capital financiero; también los retornos de esos activos generando mercados, proveyendo los servicios básicos para que la gente pueda realmente acceder a esas oportunidades laborales. También hay que aceptar las aspiraciones de la gente para que tengan una mentalidad de que sí se puede. Pero, aparte del “qué” es muy importante el “cómo”. Con la coordinación de esos pequeños detalles del día a día, los programas pueden tener un gran impacto.

–¿Cuáles son los países que más han progresado en esta campaña?

–Toda la región ha tenido grandes avances en la última década. La gente suele preguntar mucho el qué. Si es más educación, si es más salud. Al final, todo es necesario. Hay que coordinar bien la campaña contra la pobreza. Importa mucho la implementación lo cual destaca un poco la idea de que hay factores no específicos. Como le dije, son detalles, correcciones puntuales, seguir una agenda rigurosa. Hay que entender eso...

holazar@abc.com.py

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