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Un elemento preponderante en este largo proceso, en el que la población ha tenido que soportar los permanentes despilfarros y robos, han sido los constantes cambios de sus respectivos administradores, por motivos totalmente ajenos a la marcha de una empresa. Esa práctica, adoptada bajo el burdo argumento de que es una "atribución" del presidente de la República, sin embargo le ha causado constantes y graves pérdidas.
Las medidas que suele adoptar el Ejecutivo, que no dejan de ser arbitrarias e irracionales, reflejan igualmente la falta de seriedad de los gobiernos de turno, que en los últimos 15 años removieron 11 veces a los presidentes de la empresa, lo que da un promedio de duración en el cargo de 1,5 año cada uno.
No aportaría nada al decir que estos cambios siempre han obedecido a razones políticas, a la falta de firmeza del Ejecutivo de turno para sortear las presiones y pedidos, y otras veces simplemente ocurrieron para dar la "oportunidad" a que algún "amigo" pueda realizar una "pasantía rentable" en la presidencia de la INC, en especial en épocas preelectorales.
Esta lamentable realidad nunca permitió que esta industria funcionara como una empresa que eficiente capaz de competir con cualquiera en la región, a pesar poseer interminables yacimientos de calcáreos.
Un reciente caso pinta de cuerpo entero la situación, que resultó hace un par de semanas en la abrupta e injustificada paralización del único horno de clínker que tiene en funcionamiento, por falta de fuel oíl, originado en un atraso en el pago al proveedor del citado combustible.
Esta proveedora simplemente ordenó a la naviera que contrató para transportar el fuel que no descargara el combustibles hasta que la INC regularice el pago. Pero este tipo de situaciones van a seguir pasando, porque la estatal cada vez genera menos confianza entre sus proveedores de insumos importados, precisamente por los constantes cambios y amenazas de políticos y sindicalistas de echar mano a sus escuálidos recursos.
Es absolutamente natural que en este contexto los proveedores no estén ya dispuestos a seguir abasteciendo a una empresa con un rumbo cada vez más oscuro, con políticos y sindicalistas que ha conseguido abortar proyectos importantes, como la posibilidad de inyección de capital privado, que hubiesen sido claves en su momento para que esta industria salga definitivamente a flote.
Si la INC se hubiera administrado, prescindiendo de factores que ya todos conocemos, hubiese evitado la caótica situación en que se encuentra, que -de paso- está generando una gran incertidumbre a los pobladores de Vallemí, quienes en su desesperación están exigiendo que el Gobierno obstaculice una importante inversión privada en este rubro.
Las medidas que suele adoptar el Ejecutivo, que no dejan de ser arbitrarias e irracionales, reflejan igualmente la falta de seriedad de los gobiernos de turno, que en los últimos 15 años removieron 11 veces a los presidentes de la empresa, lo que da un promedio de duración en el cargo de 1,5 año cada uno.
No aportaría nada al decir que estos cambios siempre han obedecido a razones políticas, a la falta de firmeza del Ejecutivo de turno para sortear las presiones y pedidos, y otras veces simplemente ocurrieron para dar la "oportunidad" a que algún "amigo" pueda realizar una "pasantía rentable" en la presidencia de la INC, en especial en épocas preelectorales.
Esta lamentable realidad nunca permitió que esta industria funcionara como una empresa que eficiente capaz de competir con cualquiera en la región, a pesar poseer interminables yacimientos de calcáreos.
Un reciente caso pinta de cuerpo entero la situación, que resultó hace un par de semanas en la abrupta e injustificada paralización del único horno de clínker que tiene en funcionamiento, por falta de fuel oíl, originado en un atraso en el pago al proveedor del citado combustible.
Esta proveedora simplemente ordenó a la naviera que contrató para transportar el fuel que no descargara el combustibles hasta que la INC regularice el pago. Pero este tipo de situaciones van a seguir pasando, porque la estatal cada vez genera menos confianza entre sus proveedores de insumos importados, precisamente por los constantes cambios y amenazas de políticos y sindicalistas de echar mano a sus escuálidos recursos.
Es absolutamente natural que en este contexto los proveedores no estén ya dispuestos a seguir abasteciendo a una empresa con un rumbo cada vez más oscuro, con políticos y sindicalistas que ha conseguido abortar proyectos importantes, como la posibilidad de inyección de capital privado, que hubiesen sido claves en su momento para que esta industria salga definitivamente a flote.
Si la INC se hubiera administrado, prescindiendo de factores que ya todos conocemos, hubiese evitado la caótica situación en que se encuentra, que -de paso- está generando una gran incertidumbre a los pobladores de Vallemí, quienes en su desesperación están exigiendo que el Gobierno obstaculice una importante inversión privada en este rubro.