Diseñan plan para preservar los bosques de Alto Paraná

Francisco Dallmeier, director del Centro de Conservación y Sostenibilidad del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos, una de las ONG científicas más antiguas y prestigiosas del mundo, firmó un convenio con Itaipú para defender y preservar los bosques de Alto Paraná. En esta entrevista –durante su estadía en Paraguay– el experto hace un diagnóstico crítico de la agresión que sufre nuestro ecosistema.

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–¿Cuál es la meta para preservar los bosques de Alto Paraná? 

–Acordamos con la entidad Itaipú un convenio de cooperación para consolidar un corredor biológico del Bosque Atlántico de Alto Paraná, que consiste en reunir los bosques para que los animales puedan moverse y preservar así la conservación de las especies. La otra misión es trabajar con el grupo de áreas protegidas para modernizar el manejo, la conservación, la protección de esas áreas a largo plazo.

–¿Cuál es la experiencia del Instituto Smithsoniano en la materia? 

–Son 200 años. Somos la primera ONG de Estados Unidos. Cogobernamos con el sector público y privado 20 museos con seis mil empleados, visitados por 30 millones de personas en promedio por año. El Instituto tiene 900 investigadores.

–¿Cuál es su diagnóstico sobre Paraguay? 

–Me alienta que en Paraguay tengan profesionales bien preparados, con mucho interés de aprender y llevar adelante el objetivo trabajando en equipo. Hay mucho por hacer. La idea original de Itaipú, de hacer su zoológico para los animalitos rescatados fue un primer paso. Ahora la idea es dar otro paso más, que tenga trascendencia mundial en la contribución que estamos haciendo con la conservación...

–¿Cuáles son las urgencias?  

–En los últimos 30 años, el 90% del Bosque Atlántico del Alto Paraná (que abarca Brasil, Argentina y Paraguay) se ha deforestado, transformado a la agricultura, al cultivo de soja, al monocultivo. Esto ha reducido considerablemente la biodiversidad nacional. Con suma urgencia, hay que tratar de ver cómo estabilizar ese 7% u 8% que queda de ese Bosque Atlántico para conservarlo y manejarlo para las futuras generaciones.

–¿Cuál es el proceso que van a llevar adelante? 

–Vamos a hacer un diagnóstico detallado de los signos vitales. Cuál es ese pulso, esa presión arterial de las áreas protegidas para ver en qué calidad está y cuáles son los peligros que existen. Con eso haremos una serie de recomendaciones.

Es primordial en este proceso capacitar y trabajar con muchas de las personas y programas educativos para que la gente entienda el propósito de lo que está haciendo Itaipú y otras instituciones en esta materia.

–El objetivo es preservar la fauna... 

–El objetivo es preservar la biodiversidad: la flora, la fauna, que sea buena para recreación y, como dice el poeta, que el ambiente sea propicio para que el pájaro campana siga cantando...

–Cuánto abarca más o menos...

–No tengo idea, pero yo me atrevería a sugerir que una de las metas sea asegurar que esas cerca de 100.000 hectáreas, muy fragmentadas ahora, sean manejables para mantener esta biodiversidad, y que eventualmente se pueda duplicar o triplicar esta cantidad a través de corredores o a través de áreas de usos múltiples.

–El desarrollo económico presiona. Es el motor del desarrollo social.¿Cuál es la fórmula para congeniar los intereses? 

–La fórmula es que la conservación y el desarrollo tienen que ir de la mano. Tiene que haber una combinación de agricultura con protección de ciertas áreas, fincas, corredores, sitios donde se pueda mantener esa biodiversidad que es tan importante. Todo lo que comemos, las medicinas... todo viene de la biodiversidad, pero nos estamos comiendo la gallina de los huevos de oro.

–¿Cómo puede graficar mejor? 

–Figúrese el cuerpo humano. Los bosques, la biodiversidad es lo que nos da la vida. Cuando perdemos la conexión con el cerebro en términos de funcionalidad, entonces llegamos a la enfermedad del Alzheimer. La enfermedad es terrible. Entonces, se requiere mantener la conectividad, las funcionalidades para que se sigan produciendo lo que se ha producido siempre. En este caso, para que el bosque siga produciendo agua, recursos que utilizamos para nuestra supervivencia. Si perdemos todo eso vamos a perder la memoria. Tendríamos entonces un ambiente vacío.

Yo quiero ver cuál es el estado de ese bosque, cuáles son sus signos vitales. Es como el sistema nervioso, el sistema circulatorio. Necesitamos corredores y aspectos que ayuden a que esa biodiversidad se mantenga a lo largo del tiempo y eso va a requerir de espacios grandes y va a requerir que se proteja y que se eduque a la gente para que no se cambie.

–¿Hay un ejemplo de ese daño en el planeta de ese tipo así como el que usted describe? 

–Hay muchísimos. El 50% de la biodiversidad del planeta básicamente la hemos perdido. Lo que nos queda es el otro 50%. No tenemos otro planeta a donde ir para saquearlo. Entonces, tenemos que manejarlo de una forma muy agresiva para proteger ese 50%. Y en el caso del Bosque Atlántico de Alto Paraná se ha perdido más del 90%. Es crítico.

–¿Cuál es la producción que más atenta contra la biodiversidad? 

–Depende del sitio. En Paraguay, la agricultura extensiva, esos campos inmensos de monocultivos, la soja, maíz o lo que sea, destruyen en forma alarmante inmensas hectáreas de bosques que tienen cientos de especies y se lo convierte en una zona densa de una sola especie. Obviamente eso tiene un impacto que no es viable a largo plazo. En cambio, si se comparte ese desarrollo agrícola con áreas de agroforestería y de otro tipo, entonces es más razonable para mantener la biodiversidad. Tenemos que obrar en función de lo que les vamos a dejar a nuestros hijos y nuestros nietos, a las futuras generaciones.

–¿Hay que imponer condiciones a la agricultura? 

–Un porcentaje del territorio de cultivo tiene que ser reforestado y protegido, de tal forma a permitir la conectividad entre las áreas boscosas. Es como armar un rompecabezas. Son como parches de áreas forestales. La industria agrícola nos puede ayudar muchísimo para hacer algo bien bonito que traiga beneficios a la sociedad de una manera muy contundente... Las personas que trabajan en el desarrollo agrícola tienen que entender el valor de todo esto y nos puedan ayudar a utilizar ese 25% (que determina la ley para mantener áreas boscosas) de una manera bien productiva, no solamente para ellos sino también para preservar el ambiente.

–¿Cuál es la zona paraguaya más castigada por el daño a la sostenibilidad, según sus informes? 

–Tenemos este Bosque Atlántico de Alto Paraná y obviamente la zona del Chaco que está siendo deforestada aceleradamente. Entonces, son dos aspectos bien importantes que tenemos que enfrentar en forma un poco más agresiva...

–¿A qué costo? 

–Los tiempos son largos. Hay que empezar rápido. Hay que educar también a la sociedad para que vea el valor de todo esto, mucho más allá del valor de la finca o de un hábitat en particular. Hay que ver a nivel del paisaje grande. El ecosistema y el ambiente funcionan a nivel grande.

–¿Qué le llamó más la atención de la deforestación? 

–Me llama la atención todo lo que el sistema ha perdido acá en Paraguay en forma tan acelerada y el proceso largo que se requiere para parar y revertir esta pérdida. Se agrede abiertamente. El uso del carbón por ejemplo a gran escala es crítico.

–Usted vio la oferta interminable de carbón a la vera de la ruta...

–Es increíble, increíble cómo se depreda. Es casi comparable con muchos países de África que están cortando lo último que les queda. En otros países ya se utilizan los nuevos recursos de la tecnología.

–¿Usted tiene una opinión sobre la decisión del presidente (Donald) Trump de retirarse del Acuerdo sobre el Cambio Climático? 

–Ese tipo de decisión podría tener efecto a largo plazo pero este movimiento (el acuerdo) ya tiene suficiente energía para seguir avanzando, inclusive con apoyo del sector privado. A nivel mundial hay un interés muy grande por la continuidad del acuerdo. Esperemos que la decisión del Presidente sea algo temporal, pero no sabemos. La ciencia nos dice que el aumento de la temperatura y el cambio climático están ocurriendo y tenemos que tomar medidas al respecto. Estamos trabajando en función de que eso probablemente está ocurriendo y que es evidente.

–¿Por qué dice Trump que se alarma, se exagera con el tema? 

–Las investigaciones que se han hecho, y todo, demuestran lo contrario. Entonces, ya no son opiniones bien informadas. Ya hay bastante información científica. La gente puede buscarla, verla y darse cuenta por sí misma. Pero es normal. En todas las culturas hay personas que filosóficamente piensan diferente. Nosotros trabajamos en función de ciencia y de datos, ni más ni menos.

–¿No es muy exagerado cuando algunas organizaciones como el WWF dice que dos tercios de los animales salvajes van a desaparecer en el 2020? 

–Bueno, no es exagerado pero tenemos que tener una línea base para saber cómo va ese deterioro y esa desaparición. Realmente estamos en cierta crisis porque lo que ha pasado en los últimos 30 años se puede ver claramente con la reducción de ese bosque a una escala significativa.

Es posible que las futuras generaciones vean y conozcan muchos animales y plantas a través de fotos y filmaciones, o lo que queda en estas áreas protegidas. Por eso es imprescindible también trabajar en programas educativos para que la gente entienda un poco más el beneficio de todos estos ambientes naturales.

–¿No es exagerado también cuando hablan de la autodestrucción paulatina del hombre? 

–Tenemos que ser positivos para sacar adelante proyectos de conservación. No podemos sentarnos a pensar que el mundo se está acabando y no hacer nada. Tenemos que hacer algo. Tenemos que insistir con los programas educativos para enfrentar mejor los desafíos que se vienen.

holazar@abc.com.py

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