¿Diplomacia entre cuatro paredes?

“Las cancillerías de Brasil y Paraguay se reúnen este jueves, a las 10:00, en la planta de Itaipú, en Foz do Yguaçu, para definir un cronograma de la contratación de potencia hasta 2022. Con ese cronograma establecido, Itaipú tendrá garantizada la previsibilidad de los ingresos necesarios para el pago de sus obligaciones financieras hasta el fin de la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, previsto para suceder en 2023”, informaba la prensa brasileña ayer.

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El encuentro, al que en nuestro país se consideraba como un ensayo de los que habrán de ocurrir en el 2023, antes inclusive, para “revisar” el Anexo C del Tratado de Itaipú, se llevó a cabo; sin embargo, pese a los numerosos intentos, los enviados por el Poder Ejecutivo optaron por jugar a las escondidas con los periodistas. El aún vicecanciller y embajador de nuestro país ante el gobierno brasileño, Hugo Saguier Caballero, ni atendió los reiterados llamados que se le hizo a su celular.

Si la reunión de ayer fue un anticipo de las que tendremos en 2023, año en que nuestro país debe pedir, por ejemplo, la plena disponibilidad del 50% de la energía que le pertenece en Itaipú, o el “justo precio” que consagra el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966, documento recordado en el Considerando del Tratado de Itaipú, la actitud que asumió en la víspera la representación paraguaya podría considerarse como un anticipo del estilo que aplicarán estos funcionarios, cuando deba negociarse el Anexo C del Tratado: la estéril e inclusive riesgosa diplomacia entre cuatro paredes.

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