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No existía el concepto de desarrollador inmobiliario, el negocio se basaba en la construcción e intermediación, había muy pocos actores dentro del sector, los productos estrella eran los loteamientos, dúplex y barrios cerrados. No existía la inversión extranjera y el mercado hipotecario era muy limitado. Ese era el contexto del negocio inmobiliario hasta 2008, según el análisis realizado por Alfredo Heraso ayer, en el Salón Inmobiliario Paraguay 2015, organizado en el Sheraton.
Pero de aquel año al presente el mercado evolucionó y apareció el concepto de desarrollador inmobiliario, se profesionalizó el sector, hubo una fuerte expansión en todos los sectores, como el residencial, el corporativo, el comercial y el hotelero.
Asimismo también entraron inversionistas extranjeros como nuevos jugadores, hecho que llevó a un impresionante aumento de los precios.
En ese punto, Heraso comentó que el Grupo Barcelona adquirió en aquellos años la propiedad en el barrio Villa Morra donde edificó su primer proyecto, a US$ 200 el metro cuadrado, que ahora no se consigue por menos de US$ 1.200 el metro cuadrado.
En este tiempo los edificios de departamentos también irrumpieron con fuerza en la oferta inmobiliaria y la financiación hipotecaria empezó a ser considerada por los bancos como un componente estratégico.
De acuerdo con su análisis, los motivos de la fuerte expansión del sector fueron la época de bonanza económica, la inversión en inmuebles como canalizador del ahorro, considerando la desconfianza en los bancos.
Un punto destacado fue también la repatriación de divisas y el freno a la fuga de capitales paraguayos, además de la fuerte inversión extranjera y el posicionamiento de Paraguay a nivel internacional.
La evolución de la construcción se vio también en el cambio del trabajo más artesanal que existía anteriormente, a la industrialización con fuerte introducción de tecnología en obra.
Otro aspecto resaltante fue la aparición del plazo como componente estratégico a la hora de emprender, así como la especialización de los profesionales, la conciencia de la seguridad en obras y la espiral inflacionista de salarios y gran movilidad de profesionales.
En estos últimos puntos recordó que casi no existían grúas para la construcción cuando empezaron la construcción del edificio Barcelona ni tampoco profesionales capacitados para manejarlos. Sin embargo, la mano de obra local se adaptó rápidamente a los cambios y se volvieron profesionales muy requeridos.