Cascos para motociclistas no resisten pruebas de INTN

Ninguno de los 20 cascos para motociclistas que fueron testados hasta ahora por el Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN) superó la resistencia mínima de pruebas de golpes, según informó el ingeniero Hernán Díaz, técnico del ente.

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El INTN habilitó varios servicios nuevos, uno de ellos es el control de la resistencia de cascos para motociclistas, informó ayer en una entrevista el ingeniero Hernán Díaz.

Indicó que las empresas ensambladoras de motos trajeron a la institución algunas muestras para verificar el grado de protección que dicho equipo otorga a la cabeza contra los impactos.

“Aplicamos los golpes similares a lo que tendría un motociclista que se desplaza a 40 kilómetros por hora al impactar contra una superficie maciza, es decir con 160 G, que es la unidad de gravedad, pero ninguna de las muestras aguantó ese nivel mínimo, y quedaron rotos”, explicó Rivas.

Según los datos, en Estados Unidos y Europa la capacidad mínima para absorción de golpes a las pruebas para cascos de motociclistas es de 250 G, umbral para las lesiones cerebrales.

La información que maneja el INTN es que las empresas ensambladoras de motocicletas ya habrían importado un gran volumen de cascos con las características de poca resistencia y que perderían mucho dinero en el caso que de que no sirvan.

Rivas también dijo que algunos cascos controlados resistieron en la parte externa pero por dentro quedaron totalmente aplastados, debido a su débil consistencia interna.

Datos de Emergencia

El 70% de los que llegan al Hospital de Emergencias Médicas para ser atendidos por accidentes de tránsito son motociclistas, según los datos del doctor Aníbal Filártiga. Cada año hay alrededor de 15.000 a 20.000 accidentes de tránsito, de los cuales entre 12.000 y 14.000 son accidentes de moto, lo que quiere decir que la ocurrencia es de 1.000 por mes, 250 por semana.

La estadística del 2016 señala que hay unos 1.800 accidentados con traumatismo de cráneo por año, de 300 a 400 con traumatismo de cráneo grave. Unos mueren y otros se recuperan relativamente y quedan unos 80 con secuelas, lo que comúnmente se conoce como vida vegetal, personas que no comen, no hablan o respiran con una traqueotomía. “La mayoría vuelve a sus ranchitos, terminan infectados y finalmente mueren”, según señaló Filártiga en una reciente entrevista con ABC.

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