"Este libro, como aquellos que lanzó Cerneco sobre la radiofonía y la prensa escrita, tiene un valor muy grande", refirió Rubín al inicio del acto. "Van a encontrar mucha investigación", agregó el comunicador al tiempo de felicitar a los autores del material.

Rubín mencionó que la televisión es muy distinta a la radio. "Podés creer que tu programa es lo mejor que se ha hecho hasta el momento, pero el que está frente a la pantalla, sentado, haciendo un click, te mata. En ese sentido, los radioescuchas son más fieles y el que compra un diario también", comentó el presentador.


Humberto Rubín es uno de los pioneros de la actividad televisiva en nuestro país. "Era muy emocionante", mencionó en un momento. "La gente no podía creer. Eramos un pequeño grupo", señaló con nostalgia e intercambió recuerdos con los asistentes, como Chiquitunga Biedermann y Alvaro Ayala.

"Este libro es más que una historia, porque van a poder discutir y conocer cómo nació la televisión paraguaya", indicó Rubín para dar la palabra a Luis Verón, quien explicó por qué eligió como título "La ventana prodigiosa". "La televisión, a la que algunos llaman la caja boba, es una ventana que nos permite ver lo que pasa en el mundo", respondió.

Según Verón, el libro nació para cubrir un vacío. "Hay tesis, monografías, datos dispersos. Cuando empecé a enseñar no había un manual, entonces armé uno para relatar los entretelones del inicio de la televisión y para brindar a la juventud un aporte, rescatar de la memoria colectiva y escribir sobre la gente idealista y aventurera que se animó a ir más allá de lo que normalmente se acostumbraba", refirió el periodista e historiador de nuestro diario.

Verón mencionó que la televisión fue un canal de solidaridad en sus inicios en nuestro país al relatar que un televisor, décadas atrás, costaba G. 45.000, una fortuna para la época, por lo que eran pocos los ciudadanos que podían adquirirlo. "Hubo casas que abrieron sus puertas para que la vecindad pudiera ver televisión. La Municipalidad de Santaní tuvo que comprar un televisor para la comunidad", relató.

"Hay muchas anécdotas interesantes", prosiguió Enrique Biedermann. "Nosotros nos íbamos mucho a Sajonia. Compramos un televisor y teníamos un cliente, un niño de unos 7 años. El veía toda la programación menos el noticiero, que era lo que nosotros hacíamos. Empezaba el noticiero, él se levantaba y se iba", expresó.

Verón y Biedermann publicaron anteriormente "De oído y de memoria" y "Las tintas del tintero". Con las tres obras abarcan la historia y el desarrollo de la radiofonía, la prensa escrita y la televisión en nuestro país.