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En los últimos 12 años la tarea de recuperación de la cuenca se extendió al territorio que pertenecía a la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), que pertenecía al extinto bloque soviético.
La tarea no fue nada fácil, porque en el lado oriental de Alemania no existía ningún interés en recuperar la cuenca del Rhin. La unificación del país permitió a técnicos y especialistas encarar la gigantesca tarea de limpiar la totalidad de la cuenca de desechos que estaban llevando la contaminación a niveles extremos.
En este momento, la cuenca del Rhin está considerada una de las más limpias de Europa. Especialistas de Alemania no ocultan su satisfacción al señalar que las aguas del río "son casi potables".
Es impensable la posibilidad de arrojar desechos al río sin autorización de las autoridades gubernamentales. Es más, cuando se dispone de tal permiso, técnicos se ocupan de verificar la calidad del agua que irá a la cuenca, que previamente fue tratada. Lo mismo sucede con los desechos cloacales de las ciudades, que no llegan directamente a los ríos.
Al control de los gobiernos regionales se suma el funcionamiento de una red de estaciones de monitoreo, que verifican la calidad del agua. En la ciudad de Frankfurt visitamos uno de los laboratorios para observar el sistema de funcionamiento. A lo largo de las 24 horas, técnicos en diversas especialidades tienen como misión observar los componentes físico-químicos del Rhin, con la finalidad de detectar posibles contaminaciones.
Si las estaciones detectan una fuga de contaminantes, el estudio de los componentes permite conocer en cuestión de minutos el listado de industrias que trabajan con tales o cuales productos.
El nivel de control es similar con las embarcaciones que surcan la hidrovía, en procura de evitar daños propios de embarcaciones movidas con derivados de petróleo.
Alemania invirtió 50 mil millones de euros en 20 años para recuperar lo que se perdió por desidia. Aunque las comparaciones son odiosas, en algunas oportunidades son válidas: A diferencia de Alemania, para el Paraguay es absolutamente impensable llevar a cabo inversiones semejantes para recuperar cursos de agua.
Si tenemos una idea del costo, de la magnitud del desafío técnico y de la necesidad de un marco jurídico adecuado, es una verdadera locura descuidar un recurso natural insustituible, como es el agua.
Uno de los principales bienes disponibles en el país es el agua, que será en el presente siglo "la niña bonita" por la aguda escasez que ya enfrenta el planeta para la provisión de agua dulce.
Paraguay se encuentra en el momento ideal para establecer una política de Estado dirigida a la protección del agua. Una labor que urge, en un mundo que ya percibe la crisis por la provisión de este recurso.
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