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–¿Qué pasa con la Azucarera Iturbe? El Gobierno pide su quiebra.
–Yo formo parte de los accionistas minoritarios. Somos dos grupos familiares (Codas Friedmann). Nosotros creemos que hay que preservar la unidad productiva. Hay más de dos mil productores cañeros que dependen de eso.
–El Gobierno invirtió 15.000 millones de guaraníes y quiere recuperarlos.
–Así es.
–Las autoridades denunciaron esta semana que ustedes engañaron.
–Eso no es así. Eso se va a aclarar. Probablemente las autoridades del sector están sobrerreaccionando sin tener toda la información. La verdad es que la empresa llamó a concurso de acreedores a fines de 2013. En el concurso presentó toda la documentación contable.
–Se descubrió que dieron en fideicomiso (a favor de bancos) una parte de la empresa.
–En la documentación está bien clara esa parte del fideicomiso y la parte de los bienes que no están en el fideicomiso. Todo hace parte del patrimonio con distintas formas de garantía.
–El Gobierno dice que se duplicaron las garantías.
–Pero eso es demostrable, apenas se mire con seriedad y con mínima responsabilidad.
–Hablan de mala fe, ocultamiento.
–La empresa llegó a una situación de crisis financiera. Por eso está donde está. Tampoco hay que negar eso. Pero, de ahí a que haya habido mala fe, ocultamiento o lo que sea, creemos que es una reacción desmesurada. Uno no puede salir a disparar desde la cintura, como se suele decir.
–El ministro (de Industria y Comercio Gustavo Leite) acusa que se cometieron “macanadas”, como eso de haber presentado en la convocatoria de acreedores lo que ya estaba en el fideicomiso.
–Repito. Pienso que es una reacción, por una especie de desilusión de no poder resolver algo. Entendemos eso, pero insisto, nosotros creemos que todo tiene solución.
–¿Cuál solución?
–La venta de la empresa. En setiembre de 2014, los accionistas me dieron un poder para salir a vender la empresa.
–O lo que queda.
–Venderla entera, no por pedazos. Lo que hizo ahora el Gobierno fue intervenir en la convocatoria de acreedores y solicitar la quiebra. Nosotros consideramos que solicitar la quiebra equivale a destruir la unidad productiva.
–¿Por qué?
–Porque eso implica que eso vaya a cargo del Poder Judicial con la presencia del síndico de quiebras en la administración de la empresa. En nuestro país no hay un solo caso, en décadas, en que el Estado haya podido manejar una unidad productiva del sector privado. Esta industria en particular está en condiciones de ser reactivada, por un nuevo grupo inversor. Los accionistas actuales reconocen esto y no oponen resistencia a la venta. Lo que no se acepta es la liquidación y desaparición de la industria, de la que dependen unas 100.000 personas en cuatro departamentos: Guairá, Caazapá, Paraguarí y Caaguazú.
–¿Ustedes ocultaron que se traspasó parte de los bienes como garantía de un préstamo bancario?
–En el 2010, con toda transparencia, se pasaron parte de los bienes a un fideicomiso de garantía, donde están tres bancos y un privado. Están los balances de la empresa desde 2010. Nada se ha ocultado. Esos balances van a Hacienda. Se audita. En el proceso de venta de la empresa en el que estuve y sigo embarcado, yo pasé por uno que se llama un Due Diligence (investigación de una empresa o persona previa a la firma de un contrato), un proceso en el que intervienen auditores externos, técnicos y financieros para revisar todo. Yo pasé por dos procesos de esos con interesados en comprar la empresa. En ambos casos, la conclusión fue que estaba bien la documentación. Los bienes están en su lugar y la fábrica está entera.
–¿El Gobierno sabía del estado del patrimonio cuando decidió inyectar los 15.000 millones? (tres millones de dólares).
–Esa fue una acción que tomó el Gobierno para beneficio de los pequeños productores y los obreros que no cobraban desde hacía un año. Eso fue en diciembre del año pasado. La empresa no vio nada de ese dinero. Ese fue un subsidio directo a los productores y los obreros. La gente estaba sin ingresos desde hacía un año.
–¿Cómo se llegó a esta situación?
–Azucarera Iturbe hizo una gran inversión en el 2008. Fue una inversión sana. La empresa duplicó su infraestructura, pero todo coincidió con la crisis financiera mundial que duró hasta el 2009. La empresa se quedó sin recursos financieros externos. Arrancamos después del 2010. Aparecieron otras circunstancias agravantes. El precio de azúcar orgánico –el principal rubro de la empresa– que estaba cotizado en 1.500, se redujo a menos de la mitad, entre 600 y 700.
–¿Cuánto llegaron a producir en su momento?
–Llegamos a producir 50.000 toneladas en 2009. Lo que pasó es que se tomaron decisiones equivocadas como tomar recursos de corto plazo para tratar de terminar la inversión.
–¿Por qué siguieron si no podían recuperar?
–El plan de expansión fue demasiado osado. Partió de premisas optimistas sobre el mercado de azúcar orgánico. Cuando cayó el precio y, además, se saturó el mercado paraguayo de contrabando, no se pudo sostener la empresa. Nuestro optimismo no decayó por el prestigio del azúcar orgánico del Paraguay en el mercado internacional liderado por nuestra empresa a pesar de los años de inactividad. Es un activo intangible que se va a potenciar con la reactivación.
–Es una explicación de parte interesada.
–Claro pero si hay alguna mala decisión gerencial yo creo que fue hacer una expansión demasiado ambiciosa y con recursos no totalmente asegurados.
–¿Qué plantean como alternativa a la quiebra?
–Creemos que se va a destruir la unidad productiva con una quiebra. ¿Usted conoce una empresa privada que haya ido a la quiebra que se haya reactivado en manos del sector público en el Paraguay? En otros países sí.
–El Gobierno seguramente ya no quiere arrojar más dinero al vacío.
–Lo que el Gobierno pagó ya pagó. Ahora lo que hay que hacer es recuperar de manera creativa y constructiva, no destructiva como sería la quiebra. Ahí sí van a quedar más de dos mil cañicultores sin ingresos. La innovación y la inversión bien hecha son las que el Paraguay necesita para salir adelante. No hay otra solución para luchar contra la pobreza.
–Pero se puede dedicar a otra cosa.
–Y no es fácil.
–O pueden llevar su caña a otras azucareras.
–No hay mucha opción. Las mayores azucareras tienen su caña propia. En el caso Iturbe es la empresa azucarera grande que más trabaja con pequeños productores. Es decir, tiene ese componente social.
–¿Cuánto puede costar hoy la azucarera?
–No puedo contestar. Las deudas están por los 60 millones de dólares. Como le dije, el contrabando vino a noquear a la empresa. Fue como el golpazo final.
–Dicen que una empresa familiar tiene sus riesgos.
–Hay una teoría que dice que las grandes empresas familiares no pasan de la cuarta generación. En nuestro caso somos justamente la cuarta generación. La generación inicial es la generación de los pioneros. La segunda es la de los organizadores. La tercera es la de los diversificadores –o de los que gastan más de lo que invierten– y la cuarta generación, normalmente es la que tiene que arreglar la contingencia. Eso es muy difícil de manejar.
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