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En el marco del foro sobre energía en São Paulo, técnicos brasileños coincidieron en que su factibilidad "obliga a cambios en el tratado". Carlos Mateo dijo que no concurre al país socio para llevar adelante "un terrorismo en el mercado energético brasileño". "Venimos a reclamar la paridad y lo que es justo", agregó Mateo Balmelli. El tema del "Presente y futuro de la relación entre el Paraguay y el Brasil" fue debatido en el marco de uno de los paneles del décimo Foro Internacional de la Energía, que se celebra aquí, donde se discutió el acuerdo Lugo-Lula. "No podemos dejarnos llevar por la diplomacia de los diarios", dijo Rodrigo More, director del Instituto de Estudios Marítimos, al criticar la postura de la prensa paraguaya sobre el diferendo en la binacional.
Añadió que buscó apaciguar a otro de los panelistas, Rafael Cervone Netto, vicepresidente de CIESP, quien actuó de moderador, diciendo "hay que reconocer la habilidad de los negociadores paraguayos, pero que también acostumbran a cumplir con sus compromisos", dijo.
Pese a los anuncios, Jorge Samek estuvo ausente y el grueso de los cuestionamientos a las reivindicaciones paraguayas a los que nos tiene acostumbrado realizar el director brasileño, esta vez lo hizo Fernando Xavier Ferreira, ex director de la binacional, actual presidente del Consejo de Infraestructura de la FIESP, quien insistió con la ya repetitiva muletilla de que Brasil fue el que arriesgó la inversión, que además no tenemos condiciones de vender nuestros excedentes sin utilizar la infraestructura brasileña.
Xavier Ferreira reiteró otra trillada versión brasileña, que su país dejó de lado varios proyectos propios para hacer posible Itaipú.
Enumeró las dificultades operativas que presentarán las "pretensiones paraguayas" y advirtió de los "riesgos para garantizar el pago de los compromisos financieros de la entidad". El profesor Sidnei Martín, catedrático de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo, agregó que el reciente acuerdo implicará "modificaciones en el Tratado de la Itaipú" y que Paraguay no puede de ninguna manera pretender ahora cambiar un instrumento con más de 30 años de vigencia. Preguntó luego cuál sería la ganancia que obtendría el Brasil. "Ni un tratado matrimonial dura tantos años", ironizó.
A su turno, el director general paraguayo de Itaipú, Carlos Mateo, sentó postura argumentando que "al Brasil no le conviene mantener a un socio cada vez más empobrecido" y agregó que, con la viabilización del acuerdo, Paraguay se convertiría en una plataforma segura para la inversión extranjera. "¿Cómo podrían pensar que estamos interesados en hacernos cargo de un clavo", agregó después al contestar a técnicos paulistas, quienes le señalaron que para "Paraguay la venta de sus excedentes en el mercado brasileño no sería ningún negocio". "No venimos aquí para emprender terrorismo dentro del mercado energético local", explicó posteriormente, y añadió que "ya es el momento de abandonar el rentismo energético para dar paso a la economía de la producción. Necesitamos potenciar el uso de nuestra energía", apuntó.
Añadió que buscó apaciguar a otro de los panelistas, Rafael Cervone Netto, vicepresidente de CIESP, quien actuó de moderador, diciendo "hay que reconocer la habilidad de los negociadores paraguayos, pero que también acostumbran a cumplir con sus compromisos", dijo.
Pese a los anuncios, Jorge Samek estuvo ausente y el grueso de los cuestionamientos a las reivindicaciones paraguayas a los que nos tiene acostumbrado realizar el director brasileño, esta vez lo hizo Fernando Xavier Ferreira, ex director de la binacional, actual presidente del Consejo de Infraestructura de la FIESP, quien insistió con la ya repetitiva muletilla de que Brasil fue el que arriesgó la inversión, que además no tenemos condiciones de vender nuestros excedentes sin utilizar la infraestructura brasileña.
Xavier Ferreira reiteró otra trillada versión brasileña, que su país dejó de lado varios proyectos propios para hacer posible Itaipú.
Enumeró las dificultades operativas que presentarán las "pretensiones paraguayas" y advirtió de los "riesgos para garantizar el pago de los compromisos financieros de la entidad". El profesor Sidnei Martín, catedrático de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo, agregó que el reciente acuerdo implicará "modificaciones en el Tratado de la Itaipú" y que Paraguay no puede de ninguna manera pretender ahora cambiar un instrumento con más de 30 años de vigencia. Preguntó luego cuál sería la ganancia que obtendría el Brasil. "Ni un tratado matrimonial dura tantos años", ironizó.
A su turno, el director general paraguayo de Itaipú, Carlos Mateo, sentó postura argumentando que "al Brasil no le conviene mantener a un socio cada vez más empobrecido" y agregó que, con la viabilización del acuerdo, Paraguay se convertiría en una plataforma segura para la inversión extranjera. "¿Cómo podrían pensar que estamos interesados en hacernos cargo de un clavo", agregó después al contestar a técnicos paulistas, quienes le señalaron que para "Paraguay la venta de sus excedentes en el mercado brasileño no sería ningún negocio". "No venimos aquí para emprender terrorismo dentro del mercado energético local", explicó posteriormente, y añadió que "ya es el momento de abandonar el rentismo energético para dar paso a la economía de la producción. Necesitamos potenciar el uso de nuestra energía", apuntó.