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En la semana, tan diferente para ambos, con todas las certezas por el lado de Cerro y las incógnitas entre lesiones, suspensiones y bajos rendimientos hacia el sector olimpista, entre las recomendaciones que hacíamos a la hora de armar el rompecabezas franjeado, estaba la de ubicar al Willy Mendieta en la formación titular, un hombre que se agranda en este tipo de partidos, dueño de una verdadera usina de juego, justo una de las grandes carencias del equipo dirigido por Bobadilla.
Pero Mendieta no arrancó y en pocos minutos Cerro impuso en el juego todas las diferencias que se marcaron en la semana entre el favoritismo de uno y otro. Bueno, en realidad casi todas, porque el equipo de Leonel Álvarez pateó muy poco al arco decano en proporción al dominio ejercido.
Mientras Josué Colman metía peligro en cada arranque, Ortigoza fallaba en los pases, Edcarlos tiraba a la tribuna toda pelota que le pase cerca y Farid Díaz lo miraba permanentemente desde atrás al eléctrico Rojitas.
Mientras Aguilar y Rodrigo Rojas combinaban dinámica con criterio, Burgos intentaba patriadas ofensivas, Camacho luchaba contra su soledad, el chico Bogado entró con un pronunciado temor escénico, y Aquilino junto a Otálvaro aportaban tantas ganas como confusión.
En este escenario, el 1 a 0 con el que fueron a vestuarios, fue austero con Cerro y benévolo con Olimpia.
Más cuando Bobadilla, en una lógica decisión, introdujo al Willy desde el arranque de la complementaria, en una acción que con el resultado visto, se transformó en el acierto más importante desde que Aldo dirige a la franja.
Enganche por aquí, tour por allá, un túnel, una pared, un cambio de frente, el 10 empezó a mostrar su acaudalada gama de recursos, y se prendió Camacho, se acopló Ortigoza, Walter González sintió que sus galopadas ahora tenían sentido y todo Cerro se dio cuenta que la cosa cambió y ahora sí, tenía un peligroso rival enfrente.
Burgos a la derecha maniató a Arzamendia y el gran derechazo de Mendieta fue un golpe a la mandíbula azulgrana, tambaleante en el juego y en el banco, donde esta vez la movida de Leonel fue mala y evidentemente confundió a sus propios jugadores.
La combinación Mendieta, Walter, Camacho dio paso al golazo del zurdo y en Cerro, salvo aquel remate de Oviedo tras el error de Farid Díaz, el empate fue algo siempre lejano.
No fue la primera vez, ni será la última, en la que el derrotado terminó festejando gracias al hombre que estaba sentado en el banco, porque según algunos, camina, no corre, no marca y es lento. Entre esos algunos, muchos hinchas franjeados a los que el Willy les reclamó memoria y también de paso los liberó de una tarde que pintaba para papelón, en el juego y en el resultado.