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Dentro del rico historial de grandes futbolistas que se cuenta en el fútbol paraguayo, surge la figura del ex centrodelantero de Sportivo Luqueño de los años 50 y de la selección paraguaya, antes de su partida a España, Raúl Aveiro (75 años). Poseedor de una virtud goleadora innata, Aveiro sobresalió con la Albirroja en la Copa América del 59, en la Argentina, donde marcó 6 goles en igual número de partidos. Sin embargo, tuvo la desdicha de no haber podido actuar en el Mundial de Suecia, en el 58, a causa de una lesión en plena marcha del operativo.
"Fui parte de la selección paraguaya que fue al Mundial de Suecia en el 58, pero desgraciadamente me lesioné días antes del comienzo de esa Copa. En esa época no había cambios durante el partido y por causa de esa lesión no tuve oportunidad de jugar", recordó Raúl Aveiro, por unos días en nuestro país, en una de sus esporádicas visitas, ya que está radicado en España desde la época en que fue transferido luego del Sudamericano, actual Copa América, del 59.
"En ese Sudamericano jugué todos los partidos y tuve la satisfacción de haber sido segundo goleador, nada más y nada menos que detrás de Pelé", siguió diciendo y añadió: "Pelé había marcado 8 goles en la Copa y yo 6 goles. Allí fue que pude demostrar mis condiciones más ampliamente, digamos. Al terminar el Sudamericano de Argentina, me dieron ocho días de tiempo para hacer mis maletas y marcharme a España, al Valencia Club de fútbol".
El goleador luqueño continuó rememorando: "Me quedé en España desde ese año 59 hasta el 91 en que regresé de visita a Paraguay, 32 años después de mi partida. Ya me había casado con una española con la que tuve 3 hijos. Por desgracia, mi mujer falleció hace 8 años y mi familia ahora en España son mis tres hijos y tres nietos. Ellos son los que mandan, por eso no podría volver al Paraguay para quedarme aunque a veces me dé el cosquilleo de querer hacerlo, porque no podría dejarlos ni me van a dejar venir (entre risas)".
Consultado sobre los años que lleva viviendo en el país ibérico, apuntó: "El 7 de mayo se cumplirán 52 años que vivo en España. Desde el principio tuve la nacionalidad española y por supuesto mantengo la paraguaya. En el Valencia jugué seis temporadas, luego estuve un año en el Elche, cuando el entrenador era nuestro compatriota, Heriberto Herrera. Después jugué dos años en Segunda División, pero había tenido una lesión de rodilla de la que no me recuperé bien. Ya no estaba como yo quería para seguir jugando y me retiré a los 30 años de edad".
Agregó: "Si no hubiese tenido ese problema, como yo me encontraba bien, en buena forma, pienso que fácilmente habría podido jugar al menos cinco o seis años más. Luego me dediqué a estudiar la carrera de entrenador, obtuve el título y empecé a trabajar primeramente con juveniles, porque ahí se empieza con juveniles, luego se tiene el título regional y por último el título nacional de entrenador. En el 73 yo recibí mi título nacional. En ese círculo estaba Luis Aragonés, quien sacó campeón a España en la Copa de Europa y después fue sustituido por Vicente del Bosque".
En ese orden, prosiguió: "Entrené a equipos de tercera, aunque me fueron a buscar de otros equipos, pero yo tenía un negocio y mis hijos eran pequeños. No podía dejar sola tanto tiempo a mi mujer. Teníamos un buen negocio, una tienda de objetos para regalos, que en esa época era vistosísima ya que teníamos objetos de marfil, de jade, jarrones chinos y otras variedades, en la ciudad de Alicante, porque cuando yo fui a jugar al Elche, íbamos mucho a Alicante y nos gustó tanto que elegimos montar el negocio allí".
Luego, indicó: "Como nos iba bien con el negocio, lo del fútbol pasó a ser para mí un pasatiempo. Entrené por ejemplo a la filial del Murcia que estaba en Primera División. En esas filiales se prepara a jugadores que luego pasan a integrar el primer equipo. Por eso se trabaja acorde con el sistema de trabajo que tiene el primer equipo. También entrené en la filial del Elche y en el Alicante, que es un club más antiguo que el Hércules (de la misma ciudad), donde juega Haedo Valdez. El que manda allí ahora es el Hércules, porque está en primera y el Alicante no puede subir".
Volviendo a la ingrata lesión que le impidió actuar en el Mundial del 58, pese a haber estado en el plantel nacional, manifestó: "Aquello fue un desgarro. Antes de ir a Suecia estuvimos en Brasil como dos meses y medio. Jugamos dos partidos por una Copa con la selección brasileña, el primero en el Maracaná de Río y el segundo en el Pacaembú de São Paulo. Yo iba de titular y jugué los dos partidos. El segundo centrodelantero era Jorgelino Romero".
Añadió: "Nuestra siguiente escala camino a Suecia fue Roma, donde estuvimos unos doce días antes del Mundial. Entrenábamos, jugamos un partido amistoso y en esos días me dio un desgarro. Me iba recuperando pero como en esa época no se permitían los cambios en los partidos y los mismos once que empezaban debían terminar, no pude jugar".
¿Y qué vino después de ese Mundial? Aveiro apuntó: "Volvimos a jugar el campeonato local, yo siempre en Luqueño, nunca jugué en otro equipo de aquí, aunque solo estuve siete años en esa institución ya que todo fue meteórico para mí. Empecé en la 5ª División, luego la llamada Cuarta Común, enseguida debuté en Primera, luego la selección y todo lo que vino después, muy rápido. No he disfrutado como quería del fútbol de aquí, que a mí me gustaba, de jugar por Luqueño, que era siempre mi gran ilusión".
"Yo no empecé a jugar tan jovencito. Recién a los 16 años fiché por Luqueño y como subí tan rápidamente, a los 17 años ya debuté en Primera. A los 22 años fui transferido al Valencia y ya los 23 los cumplí en España", siguió diciendo.
Rememorando una delantera histórica del Elche, dirigido técnicamente por Heriberto Herrera, con tres paraguayos en esa línea, luego de ver la foto de los mismos antes de un partido, señaló: "El Indio Heriberto me había puesto de extremo derecho, como se ve en la foto, Juan Carlos Lezcano de interior derecho, centrodelantero Coquito (Eulogio) Martínez, Juan Angel Romero de interior izquierdo y luego teníamos al único extranjero, no paraguayo de esa delantera, un jugador español de apellido Oviedo".
Siguió señalando: "Con ese equipo, perdimos el último partido en casa con el Atlético de Bilbao y por eso no fuimos terceros en la Liga, donde compiten grandes equipos como el Real Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Sevilla. Ganamos partidos memorables con un gran entrenador como Heriberto Herrera. El preparaba físicamente al equipo para 120 minutos. Nos sacaba el cuero en los entrenamientos y él mismo encabezaba los ejercicios. Sabía que el aspecto físico era lo fundamental, porque técnicamente cada uno ya tiene lo suyo y en Primera muchas cosas ya no te van a enseñar, porque se aprende en las divisiones menores".
Recordando partidos memorables en su carrera, Aveiro indicó: "Recuerdo un partido con Argentina, por una Copa, en el estadio de Sajonia allá por el 57, que fue la primera vez que le ganamos, pero no era un partido oficial, aunque ellos tenían un equipazo. Ganamos 1 a 0 y yo le marqué el gol al legendario arquero argentino Amadeo Carrizo. También fuimos a jugar contra Bolivia, en La Paz, y eso sí fue terrible por el tema de la altura. Cuando volvimos de ahí, dije, Dios quiera que nada me vuelva a llevar allá, por lo que he sufrido".
En ese orden, agregó: "Conste que fuimos a La Paz con más de 20 días de anticipación, para aclimatarnos, pero era insoportable. Durante el partido teníamos unos tres balones de oxígeno y cada tanto salíamos corriendo a tomar aire, respirar y empezar a correr otra vez. Con 18 años, uno lo que quiere es jugar, pero ahí, deseábamos que nos cambien, ya que en amistosos se podía".
Apuntando una diferencia que encuentra entre el fútbol de antaño y el actual, Aveiro indicó: "Hay muchas diferencias. Por ejemplo, antes el que era técnico cumplía esa función, el marcador hacía exclusivamente eso. Hoy día el jugador de fútbol debe ser polifuncional, saber marcar y también atacar. Todo ha evolucionado mucho, las técnicas y los planteamientos son diferentes. Cada vez hay mejores entrenadores que estudian mucho a ver cómo se puede engañar al contrario y uno tiene que buscar constantemente métodos y formas para encarar a los rivales. Cada plantilla tiene sus 22, 25 jugadores y el técnico elige a los que le van a servir para cada partido".
En cuanto a algún consejo o indicación para los futbolistas jóvenes que tienen proyección para sobresalir internacionalmente, Raúl Aveiro señaló: "Para comenzar, uno debe querer ser futbolista y sacrificarse por eso. Yo quería ser futbolista y para mí lo primero era el fútbol. Mi familia no era muy pudiente y pensaba que esto era lo que me podía sacar adelante. Gracias a Dios, me salió como yo quise, pero me sacrifiqué muchísimo. Dejé de hacer muchas cosas que hacen los jóvenes y me dedicaba plenamente a los entrenamientos y al cuidado personal".
Agregó: "Cuando uno ve los resultados de ese sacrificio, con más intensidad procura mejorar cada vez más, se fija en otros jugadores que pueden servir de guía. El referente que yo tenía en Luqueño, que lastimosamente no hace mucho que falleció, era Dionicio Arce. Ese fue mi ídolo y mi espejo para jugar. A mí me encantaba cómo él jugaba y procuraba hacer así también. O sea, fijarse en aquellos de quienes se puede aprender cosas".
Finalizando la entrevista, Raúl Aveiro dijo: "La última vez que vine a nuestro país fue en el 99 para la Copa América. Me hicieron comentar para la 94.7, hacía un frío que pelaba y he visto, entre otras cosas, la hecatombe del delantero argentino Palermo, al fallar tres penales en el estadio de Luqueño. Increíble pero cierto, porque en el fútbol nunca se ha visto todo, cada partido es una historia".
"Fui parte de la selección paraguaya que fue al Mundial de Suecia en el 58, pero desgraciadamente me lesioné días antes del comienzo de esa Copa. En esa época no había cambios durante el partido y por causa de esa lesión no tuve oportunidad de jugar", recordó Raúl Aveiro, por unos días en nuestro país, en una de sus esporádicas visitas, ya que está radicado en España desde la época en que fue transferido luego del Sudamericano, actual Copa América, del 59.
"En ese Sudamericano jugué todos los partidos y tuve la satisfacción de haber sido segundo goleador, nada más y nada menos que detrás de Pelé", siguió diciendo y añadió: "Pelé había marcado 8 goles en la Copa y yo 6 goles. Allí fue que pude demostrar mis condiciones más ampliamente, digamos. Al terminar el Sudamericano de Argentina, me dieron ocho días de tiempo para hacer mis maletas y marcharme a España, al Valencia Club de fútbol".
El goleador luqueño continuó rememorando: "Me quedé en España desde ese año 59 hasta el 91 en que regresé de visita a Paraguay, 32 años después de mi partida. Ya me había casado con una española con la que tuve 3 hijos. Por desgracia, mi mujer falleció hace 8 años y mi familia ahora en España son mis tres hijos y tres nietos. Ellos son los que mandan, por eso no podría volver al Paraguay para quedarme aunque a veces me dé el cosquilleo de querer hacerlo, porque no podría dejarlos ni me van a dejar venir (entre risas)".
Consultado sobre los años que lleva viviendo en el país ibérico, apuntó: "El 7 de mayo se cumplirán 52 años que vivo en España. Desde el principio tuve la nacionalidad española y por supuesto mantengo la paraguaya. En el Valencia jugué seis temporadas, luego estuve un año en el Elche, cuando el entrenador era nuestro compatriota, Heriberto Herrera. Después jugué dos años en Segunda División, pero había tenido una lesión de rodilla de la que no me recuperé bien. Ya no estaba como yo quería para seguir jugando y me retiré a los 30 años de edad".
Agregó: "Si no hubiese tenido ese problema, como yo me encontraba bien, en buena forma, pienso que fácilmente habría podido jugar al menos cinco o seis años más. Luego me dediqué a estudiar la carrera de entrenador, obtuve el título y empecé a trabajar primeramente con juveniles, porque ahí se empieza con juveniles, luego se tiene el título regional y por último el título nacional de entrenador. En el 73 yo recibí mi título nacional. En ese círculo estaba Luis Aragonés, quien sacó campeón a España en la Copa de Europa y después fue sustituido por Vicente del Bosque".
En ese orden, prosiguió: "Entrené a equipos de tercera, aunque me fueron a buscar de otros equipos, pero yo tenía un negocio y mis hijos eran pequeños. No podía dejar sola tanto tiempo a mi mujer. Teníamos un buen negocio, una tienda de objetos para regalos, que en esa época era vistosísima ya que teníamos objetos de marfil, de jade, jarrones chinos y otras variedades, en la ciudad de Alicante, porque cuando yo fui a jugar al Elche, íbamos mucho a Alicante y nos gustó tanto que elegimos montar el negocio allí".
Luego, indicó: "Como nos iba bien con el negocio, lo del fútbol pasó a ser para mí un pasatiempo. Entrené por ejemplo a la filial del Murcia que estaba en Primera División. En esas filiales se prepara a jugadores que luego pasan a integrar el primer equipo. Por eso se trabaja acorde con el sistema de trabajo que tiene el primer equipo. También entrené en la filial del Elche y en el Alicante, que es un club más antiguo que el Hércules (de la misma ciudad), donde juega Haedo Valdez. El que manda allí ahora es el Hércules, porque está en primera y el Alicante no puede subir".
Volviendo a la ingrata lesión que le impidió actuar en el Mundial del 58, pese a haber estado en el plantel nacional, manifestó: "Aquello fue un desgarro. Antes de ir a Suecia estuvimos en Brasil como dos meses y medio. Jugamos dos partidos por una Copa con la selección brasileña, el primero en el Maracaná de Río y el segundo en el Pacaembú de São Paulo. Yo iba de titular y jugué los dos partidos. El segundo centrodelantero era Jorgelino Romero".
Añadió: "Nuestra siguiente escala camino a Suecia fue Roma, donde estuvimos unos doce días antes del Mundial. Entrenábamos, jugamos un partido amistoso y en esos días me dio un desgarro. Me iba recuperando pero como en esa época no se permitían los cambios en los partidos y los mismos once que empezaban debían terminar, no pude jugar".
¿Y qué vino después de ese Mundial? Aveiro apuntó: "Volvimos a jugar el campeonato local, yo siempre en Luqueño, nunca jugué en otro equipo de aquí, aunque solo estuve siete años en esa institución ya que todo fue meteórico para mí. Empecé en la 5ª División, luego la llamada Cuarta Común, enseguida debuté en Primera, luego la selección y todo lo que vino después, muy rápido. No he disfrutado como quería del fútbol de aquí, que a mí me gustaba, de jugar por Luqueño, que era siempre mi gran ilusión".
"Yo no empecé a jugar tan jovencito. Recién a los 16 años fiché por Luqueño y como subí tan rápidamente, a los 17 años ya debuté en Primera. A los 22 años fui transferido al Valencia y ya los 23 los cumplí en España", siguió diciendo.
Rememorando una delantera histórica del Elche, dirigido técnicamente por Heriberto Herrera, con tres paraguayos en esa línea, luego de ver la foto de los mismos antes de un partido, señaló: "El Indio Heriberto me había puesto de extremo derecho, como se ve en la foto, Juan Carlos Lezcano de interior derecho, centrodelantero Coquito (Eulogio) Martínez, Juan Angel Romero de interior izquierdo y luego teníamos al único extranjero, no paraguayo de esa delantera, un jugador español de apellido Oviedo".
Siguió señalando: "Con ese equipo, perdimos el último partido en casa con el Atlético de Bilbao y por eso no fuimos terceros en la Liga, donde compiten grandes equipos como el Real Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Sevilla. Ganamos partidos memorables con un gran entrenador como Heriberto Herrera. El preparaba físicamente al equipo para 120 minutos. Nos sacaba el cuero en los entrenamientos y él mismo encabezaba los ejercicios. Sabía que el aspecto físico era lo fundamental, porque técnicamente cada uno ya tiene lo suyo y en Primera muchas cosas ya no te van a enseñar, porque se aprende en las divisiones menores".
Recordando partidos memorables en su carrera, Aveiro indicó: "Recuerdo un partido con Argentina, por una Copa, en el estadio de Sajonia allá por el 57, que fue la primera vez que le ganamos, pero no era un partido oficial, aunque ellos tenían un equipazo. Ganamos 1 a 0 y yo le marqué el gol al legendario arquero argentino Amadeo Carrizo. También fuimos a jugar contra Bolivia, en La Paz, y eso sí fue terrible por el tema de la altura. Cuando volvimos de ahí, dije, Dios quiera que nada me vuelva a llevar allá, por lo que he sufrido".
En ese orden, agregó: "Conste que fuimos a La Paz con más de 20 días de anticipación, para aclimatarnos, pero era insoportable. Durante el partido teníamos unos tres balones de oxígeno y cada tanto salíamos corriendo a tomar aire, respirar y empezar a correr otra vez. Con 18 años, uno lo que quiere es jugar, pero ahí, deseábamos que nos cambien, ya que en amistosos se podía".
Apuntando una diferencia que encuentra entre el fútbol de antaño y el actual, Aveiro indicó: "Hay muchas diferencias. Por ejemplo, antes el que era técnico cumplía esa función, el marcador hacía exclusivamente eso. Hoy día el jugador de fútbol debe ser polifuncional, saber marcar y también atacar. Todo ha evolucionado mucho, las técnicas y los planteamientos son diferentes. Cada vez hay mejores entrenadores que estudian mucho a ver cómo se puede engañar al contrario y uno tiene que buscar constantemente métodos y formas para encarar a los rivales. Cada plantilla tiene sus 22, 25 jugadores y el técnico elige a los que le van a servir para cada partido".
En cuanto a algún consejo o indicación para los futbolistas jóvenes que tienen proyección para sobresalir internacionalmente, Raúl Aveiro señaló: "Para comenzar, uno debe querer ser futbolista y sacrificarse por eso. Yo quería ser futbolista y para mí lo primero era el fútbol. Mi familia no era muy pudiente y pensaba que esto era lo que me podía sacar adelante. Gracias a Dios, me salió como yo quise, pero me sacrifiqué muchísimo. Dejé de hacer muchas cosas que hacen los jóvenes y me dedicaba plenamente a los entrenamientos y al cuidado personal".
Agregó: "Cuando uno ve los resultados de ese sacrificio, con más intensidad procura mejorar cada vez más, se fija en otros jugadores que pueden servir de guía. El referente que yo tenía en Luqueño, que lastimosamente no hace mucho que falleció, era Dionicio Arce. Ese fue mi ídolo y mi espejo para jugar. A mí me encantaba cómo él jugaba y procuraba hacer así también. O sea, fijarse en aquellos de quienes se puede aprender cosas".
Finalizando la entrevista, Raúl Aveiro dijo: "La última vez que vine a nuestro país fue en el 99 para la Copa América. Me hicieron comentar para la 94.7, hacía un frío que pelaba y he visto, entre otras cosas, la hecatombe del delantero argentino Palermo, al fallar tres penales en el estadio de Luqueño. Increíble pero cierto, porque en el fútbol nunca se ha visto todo, cada partido es una historia".