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En lo personal, es una pregunta casi imposible de responder, no es lo mismo que la consulta diga “¿quién llega mejor?” Allí uno casi no tiene dudas, claramente en la tabla y los últimos resultados en el plano local es Olimpia el que goza de un presente más importante.
Pero una cosa no tiene que ver con la otra, ya que sin llegar a esa leyenda que pregona que “el clásico lo gana el que llega peor”, en este histórico partido muchas veces los favoritismos terminan con el pitazo inicial, como aconteció en la última edición, aquella en la que el Cerro de Leonel Álvarez ganaba cómodamente y el ingreso triunfal del Willi Mendieta en la complementaria lo dio vuelta, para una resonante victoria franjeada, que finalmente no alcanzó a comprometer el título de campeón que lograría el Ciclón.
¿Quién gana el clásico? Difícil eh, a pesar de los diez goles en dos partidos, los siete puntos de diferencia y la proximidad para los azulgranas de un juego clave en la Copa, como el del martes 13 ante el Defensor charrúa, sería azaroso sentenciar que estas ventajas garantizan la victoria decana.
Es que ambos equipos se parecen mucho, con ataques que marcan diferencias y enormes dudas en las zonas defensivas, lo que anticipa mucho trabajo para Aguilar y Silva, dos arqueros que por esas causas vienen trabajando mucho y bien.
Para defender esta teoría es tentador pensar en los duelos Cuero-Arzamendia e Insaurralde-Otálvaro, dos extremos picantes ante dos laterales cuya principal virtud no es la marca mano a mano.
¿Zubeldía insistirá con Pallas? ya que por imperio de los cupos de extranjeros en los dos últimos juegos Novick ingresó en reemplazo del central, destinando a Juan Aguilar a la defensa, en una movida no muy feliz que ante Olimpia podría ser contraproducente, con una realidad, en el Cerro de hoy es más trascendente el ex Guaraní ingresando en las complementarias, que Pallas jugando desde el arranque.
Hablando de fracciones, el gran problema azulgrana es la falta de intensidad en los primeros tiempos, mostrando un conjunto casi de brazos caídos, que no tendría que repetir ese acto de pereza ante el eterno rival.
Olimpia no defiende bien, ya sea con Patiño, Leguizamón y Ortiz, en un sector central que invita a los rivales a quedar mano a mano con Aguilar, de gran eficiencia en ese tipo de acciones en los últimos juegos.
El regreso de Farid Díaz le vendrá muy bien a Garnero, que seguirá pensando a quien poner por Burgos, ya que la ausencia de este le restó despliegue al Cachorro Sánchez, mucho más atento a su defensa que a pisar el campo ajeno.
Ese campo en el que Camacho, Mendieta y Montenegro no perdonan nada al rival de turno y en el que Cuero, imprevisible hasta para sus propios compañeros, es capaz de mezclar una gran genialidad con un error básico a la hora de controlar el balón.
Churín, Insaurralde, Alfio, que volvió al gol, Rojitas, que tiene buenos clásicos y el apoyo de volantes con muy buen pie, también son una amenaza real al arco franjeado, piezas a las que sumamos los centros de Arzamendia, casi un pase gol a las cabezas de sus compañeros.
¿Quién gana el clásico? Difícil de pronosticar, para Olimpia el triunfo alimentará con mayúsculas este inicio triunfal y tomará demasiada distancia sobre el rival de siempre, que en un futuro cercano se meterá de lleno en la Copa.
Para Cerro será el triunfo más importante del ciclo Zubeldía, superando al logrado en Venezuela, y lo dejará muy bien parado anímicamente en las puertas del choque por la Copa, marcando una diferencia vital entre ambos.
Ya que en Olimpia la derrota generaría un freno importante en el único y gran objetivo trazado para este semestre, con un rival ante el que está prohibido perder.
En tanto que en Cerro no sería el fin de nada, ni habría un duelo prolongado por la inmediatez del choque ante Defensor, pero sí alimentaría la percepción que hasta ahora no se vio mucho de la mano del entrenador argentino, en comparación al equipo de Leonel.
federico.arias@abc.com.py