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Pero sin dudas la pasión tuerca fue la misma y eso no lo va a cambiar nadie. En la última parada de la carrera, Campo 48 (a unos 400 kilómetros de la capital) la presencia de aficionados fue una vez más terrible y desde muy temprano se montaron los campamentos provisorios.
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La larga fila de todo tipo de máquinas y el gentío hizo complicada la movilización en la zona de cierre de la competencia. Además transitar por la Ruta Transchaco pasó a ser un verdadero peligro y sobre todo incómodo.
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Ya se dijo bastante, pero es bueno reiterar hasta la cansada a ver si las autoridades correspondientes se dignan y definitivamente derivan el millonario presupuesto a la reparación de una vía internacional que da vergüenza mostrar y pone en peligro a los que la transitan.
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Pero no todo es crítica. El estricto control implementado ayer tras el retorno de la caravana tuerca tras unos tres días de “asilo” en suelo chaqueño fue importante y está bien más pensando castigar a aquellos que quebrantan las leyes de tránsito y del cuidado del medio ambiente.
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Por esta misma columna ayer apuntamos lo mucho que se sufre cuando la tormenta de polvo se hace sentir en el Chaco. Y mucho más cuando el viento pega y pega la vuelta, de un punto a otro. A esto, la noche del domingo se sumó una amenaza de lluvia que no pasó de eso, pero con frío.
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Lo cierto es que en algunas zonas del amplio territorio chaqueño hubo lluvia y una vez se cumple aquello que el rally lleva agua al Chaco. Pero faltó más.