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El fútbol es un gran negocio y los derechos son los huevos de oro. A diferencia del planteamiento de la diputada Olga Ferreira, quien presentará un proyecto en que exhorta al Ejecutivo a liberar la señal de transmisión, ni el ocio ni la recreación son lo que impulsan a los gobiernos populistas a meterse en el fútbol. Lo que sí tiene el deporte más popular del mundo es una fidelidad masiva que convierte en creyentes a los seguidores, y ese imán se transforma en fenómeno de cohesión cuando juega una selección nacional. Pasa en Alemania y en Sierra Leona. Paraguay no es la excepción. El presidente Cartes conoce bien, como beneficiado de dicho efecto. El rol del Estado consiste en facilitar vías de comunicación en caso de incomprensión de las partes.
Quienes tomaron el control del fútbol luego del FIFAGate asumieron que Paraguay era otro mercado más de los sudamericanos a comercializar. Faltó muñeca dirigencial para explicar el contexto local. La inacción –o reacción tardía– puede dejar la peligrosa percepción de que transparentar encarece y que el pasado fue mejor. Tanto elogio y orgullo por mantener la sede y presidencia de Conmebol deben reflejarse a través de la mediación en este tipo de impasse. Porque esta Copa Centenario es para celebrar, y sin transmisión, la fiesta será incompleta.
daniel.chung@abc.com.py