Cargando...
Durante la semana que acaba, el mundo estuvo pendiente de lo que ocurría en Nueva York (EE.UU.), donde el pasado lunes se dio inicio al primer juicio en el megaescándalo de corrupción denominado FIFA-Gate.
Dicho juicio, que todavía apunta a unas tres o cuatro semanas más, tiene en el banquillo de los acusados al paraguayo Juan Ángel Napout, al brasileño José María Marín y al peruano Manuel Burga.
Frente a ellos y como testigo clave, la Fiscalía de los EE.UU. sentó al ex CEO de Torneos y Competencias (TyC), el argentino Alejandro Burzaco, quien se declaró culpable ya en el 2015 y se ofreció a colaborar en las investigaciones del Gobierno norteamericano dentro del caso.
Burzaco declaró durante cuatro días y más de 25 horas en total. A medida que avanzaban sus testimonios, más personas eran involucradas en hechos de corrupción (llegando a provocar incluso el suicidio del abogado argentino Jorge Delhon). Y los que enfrentan el juicio veían complicar cada vez más sus situaciones procesales ante la Corte Federal de Brooklyn.
La maniobra
Sobre el acusado paraguayo Juan Ángel Napout, expresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y vicepresidente de FIFA, el testigo clave, además de confirmar el pago de sobornos, dio a conocer el lado oscuro y las ambiciones del que fue el hombre fuerte de la Conmebol, que al parecer quería manejar los hilos del fútbol internacional tal como lo hacía el argentino Julio Grondona, considerado el padrino de la “mafia futbolera”.
Burzaco comentó que cuando todavía vivía Grondona, Napout le pidió desplazar al uruguayo Eugenio Figueredo y ser él quien se quedase como presidente de la Conmebol en el 2013, en reemplazo de Nicolás Leoz (quien dejó la Confederación luego de 27 años ya por denuncias de corrupción).
Grondona, quien mantenía buenas relaciones con Figueredo, frenó a Napout y lo puso al uruguayo al frente de la Conmebol.
Pero apenas fallece Grondona, el 30 de julio de 2014, Napout maniobra fuertemente para tumbar a Figueredo, operando incluso en el mismo funeral del “padrino de la mafia”, que se llevó a cabo el 1 de agosto.
La tierra que cubría el féretro de Grondona en el cementerio de Avellaneda (en la capital Argentina) todavía estaba fresca cuando en la Conmebol ya se anunciaba la asunción de Juan Ángel Napout como nuevo presidente, el 8 de agosto de 2014.
Según el testimonio de Burzaco, el exdirigente paraguayo no se conformó.
“Trato presidencial”
A finales de 2014, Napout empieza a pedir a Burzaco el mismo “trato presidencial” que le habían dado a Grondona, “incluyendo un incremento importante en los sobornos que pagaba por Copa Libertadores y Sudamericana, pasando de US$ 500.000 a US$ 1,2 millones”, aseguró el testigo de la fiscalía norteamericana.
Un pedido muy especial a Burzaco de parte de Napout fue que los Jinkis (Hugo y Mariano), dueños de Full Play, no se enteren del “nuevo trato”, presumiblemente para pedir a estos otra “tajada” en el alegre reparto de coimas que, por lo que dijo el exempresario argentino, era de lo más común en el seno de la Conmebol.
Ambición desmedida
En otro momento de su declaración ante la Corte de Nueva York, Burzaco dijo que Juan Ángel Napout tenía ambiciones todavía mucho más altas. A principios de 2015 (poco antes de que estallara el FIFA-Gate, el 27 de mayo de ese año), Napout dijo a Burzaco que quería formar un bloque con UEFA (organización homóloga a la Conmebol en Europa) para que o él –Napout– o el francés Michel Platini pueda ser electo presidente de la máxima autoridad mundial del fútbol, la FIFA, en el 2019.
De esta forma Burzaco pintó en cuerpo entero a un Napout sumamente codicioso y capaz de pasar por encima de quien sea para alcanzar sus objetivos.
No obstante, el exdirigente paraguayo Juan Ángel Napout fue detenido el 3 de diciembre de 2015 antes de llegar a su sueño de ser como el argentino Julio Grondona, alias El Papa.