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La capital paraguaya empezó a contar con relojes públicos en las calles desde fines de los cincuenta. “Se habían instalado varios relojes hacia 1958, durante la gestión del intendente Nicolás de Bari Flecha”, recuerda la Dra. Amelia Aguirre (96), cuyo esposo, el entonces intendente Antonio Eulogio González, se había encargado de repararlos y ponerlos a punto.
“La gente se acostumbró a los relojes y reclamaba que hayan dejado de funcionar. Por eso se hizo la reparación”, memora la viuda del titular comunal, entre cuyas obras de gobierno figura “la reparación de relojes públicos” y ampliación de la concesión por diez años más.
Los primeros relojes de Asunción fueron instalados por la firma J. Melamed en varias esquinas del microcentro y la Municipalidad de la Capital, al instalar los primeros semáforos, anunció que los retiraría porque habían dejado de funcionar. Además muchos semáforos tendrían publicidad.
Finalmente se retiraron en 1977 y en 1981 se concedió a la firma de Enrique Russi Modernet la instalación de nuevos “publi-reloj” que incluían además mensajes educativos y anuncios publicitarios en ambas caras. Eran de acrílico para facilitar la iluminación. Los dos primeros se ubicaron sobre Palma y Oliva a la altura de Chile.
En toda la ciudad se debían colocar 250 de estos “publi-reloj” que funcionaban a pila con duración de carga de seis meses. Para la iluminación nocturna debían contar con energía eléctrica, aunque en muchos casos nunca se conectaron.
Los relojes se distribuyeron en toda la zona céntrica y las principales avenidas, incluyendo la entrada del Mercado Central de Abasto, que comenzaba a operar en 1981. La desidia los hizo desaparecer pronto.
A partir de 2002 aparecieron los relojes-termómetros con publicidad, aunque a pleno sol las marcas de temperaturas enloquecen. Actualmente varios no funcionan aunque sí son explotados con anuncios publicitarios. La desidia municipal pauperiza la ciudad.
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