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JAJA, no es un efecto sonoro, sino la traducción en croata de la palabra “HUEVOS”, factor que les sobró a los balcánicos para no sentir cansancio, y transformar una serena derrota en una revolucionaria gesta futbolística. Los “jaja” de Lovren para empujar y cortar desde atrás, del genio Modric para pedir siempre la pelota y mover la maquinaria, de Perisic para anticiparse a todos y marcar el impensado empate.
Un gol que atemorizó a los británicos, a tal punto, que las seguridades pasaron a ser fragilidades, y la llegada del alargue terminó siendo una buena noticia para los dirigidos por Southgate.
Cuando los penales se acercaban de a poco en la larga noche moscovita, apareció el símbolo perfecto de los “jaja”, huevos o cojones, el díscolo y varias veces cuestionado Mario Mandzuckic, oliendo el peligro anticipando a una defensa etérea y marcando el gol más importante de la historia de la noble nación croata, que se festejará por varios días en las calles de Zagreb y demás puntos, tal cual vemos a la enloquecida marea a cuadros aquí en Moscú.
Con los dientes apretados, las piernas exhaustas, los ojos húmedos y el pecho caliente, así terminaron los héroes de este 11 de julio, que calzarán como el retador justo a la favorita Francia en la final del domingo.
Tiene fútbol, tres jugadores fuera de serie, un ánimo capaz de enfrentar a todo lo que se le ponga en frente, y más allá de la evidente saturación física por los tres alargues seguidos, unos “jaja” (palabra croata que significa huevos) increíbles a prueba de todo, como se pudo comprobar en la noche del 11 de julio en esta gran capital rusa.