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Su sepelio se llevó a cabo en la mañana de ayer en un camposanto de la ciudad de Luque, rodeado de sus hijos, su viuda, entre familiares y amigos que acompañaron el cortejo desde el salón velatorio, donde permaneció desde la noche del domingo pasado, cuando acaeció su partida a la eternidad.
Momentos emotivos se vivieron en el transcurso de los días del velorio del periodista, cuya semilla tendría que germinar en el seno mismo del gremio que nuclea a los comunicadores del quehacer deportivo nacional, para transformarse en un árbol de dignidad, sabiduría y ética profesional.
No hubo una multitud presente en su despedida. Pero el acompañamiento de todo un pueblo que lo tuvo como estandarte, podía percibirse en el aire cálido del mes de febrero, corto, pero que siempre deja algo trascendental para la memoria.
Somos portavoces de ese sentir popular que lo admiró en vida y que lo despidió con el corazón en su partida.
Julio, de esas personas cuya horma se ha roto después de haber sido creado, deja una huella imborrable en todos quienes tuvimos el honor de haberlo conocido, en este paso por la vida.