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En una temporada con agenda apretada como dirían los políticos cuando quieren justificar que trabajan, el nuevo inquilino de la APF no tiene otra opción que aplicar cirugía mayor en lo que concierne a la organización y la administración de la entidad civil más poderosa del país.
Claro, partiendo de la premisa de que su accionar apunta a poner en orden la casa y hacer que las cuentas sean transparentes en un momento muy sensible de la figura del dirigente a nivel mundial. El FIFA-Gate y su efecto dominó repercutió negativa y profundamente en esta parte del continente. Dos dirigentes paraguayos se encuentran en la mira de la justicia norteamericana.
Por lo tanto, Robert Harrison tiene como mínimo tres ejes temáticos primordiales que priorizar. En primer lugar, cómo están los números. Entiéndase contratos televisivos, sponsor y todo lo que signifique ingresos y egresos. Deslindar responsabilidades desde el inicio de su administración en adelante, con relación a la cancha embarrada que dejaron sus antecesores. Está de más enfatizar que esta situación lo debe manejar con firmeza y al mismo tiempo claridad. De ninguna manera es una cuestión secundaria. La credibilidad y confianza hacia su gestión dependerá como maneja la acusación de la justicia estadounidense que pesa sobre administraciones anteriores.
El segundo aspecto tiene relación con la política que se adoptará con las selecciones nacionales. Esencialmente con la absoluta cuyo objetivo final apunta a la presencia paraguaya en el Mundial de Rusia. Precisamos de manera perentoria manejar nuevos conceptos. Actuales, modernos, de tal forma que política, económica y deportivamente, el fútbol paraguayo cuente con un nuevo ropaje. Sea un producto atractivo dentro y fuera del país. Personal idóneo para la logística con presupuestos ya establecidos, con políticas bien definidas en las selecciones formativas cuya resultante sea un estilo futbolístico uniforme hasta llegar a la de mayores.
Un equipo de profesionales especializados, responsable de una programación racional, razonable y atractivo.
De manera que cualquier aficionado pueda vislumbrar cuál y hacia donde va el fútbol paraguayo. No podemos volver a estar ausente de un evento mundial.
Finalmente, el tercer aspecto tiene que ver con el arbitraje. Una faceta muy sensible en un campeonato donde se habla más de ellos que los futbolistas y el fútbol mismo.
Deben terminar las presiones de los poderosos y la Dirección de Árbitros debe hacer su papel con idoneidad. Caso contrario, no habrá credibilidad y los campeones estarán cubiertos con el manto de la duda.
Hay mucho por hacer, pero dicen los que saben que dando el primer paso, el propósito de mejorar estará más cerca. ¿No le parece?
bmartinez@abc.com.py