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El presidente de la Liga, Humberto Domínguez Dibb, yerno de Alfredo Stroessner, contrató a un brasileño, muy conocido por cierto, llamado Paulo Amaral, que tenía como carta de presentación haber sido el preparador físico de las selecciones de Brasil que ganaron las copas del Mundo de Suecia y Chile, en 1958 y 1962. Pero que, además, ya había tenido algunas experiencias como entrenador, en su tierra y en los clubes Juventus y Genoa de Italia y Porto de Portugal.
Trajo consigo a un joven preparador físico, graduado en la escuela de las fuerzas armadas, llamado Raúl Carlesso cuyo antecedente más notable era el de haber sido ayudante de Claudio Coutinho en la selección brasileña que ganó la Copa del Mundo de 1970, en México. Tiempo después se especializó en el entrenamiento de arqueros, y hasta escribió un manual para dicho entrenamiento.
Con ellos trabajó también el preparador físico paraguayo, Rubén Montanía, hoy retirado, pero durante muchos años al servicio de los equipos paraguayos, y las selecciones de todas las categoría. A ello hay que sumar una extraordinaria generación de futbolistas, donde sobresalían los de Olimpia y Cerro Porteño, equipos que entre ambos sumaron más de 20 jugadores al servicio de la selección. Unos pocos, como Jorge Insfrán, el “Ropero” de Luque, los laterales izquierdos, Anastacio Cobos de General Caballero y Rufino León de Ríver Plate, más Lorenzo Espinoza de Nacional, completaban el plantel.
El grupo jugó tres partidos amistosos entre marzo y abril: dos contra Perú (empate 1-1 en Asunción y derrota 1-0 en Lima) y otro empate 1-1 en La Paz, ante Bolivia. Los entrenamientos se llevaban a cabo en el estadio de Los Defensores del Chaco y a medida que se aproximaba la fecha de los partidos por las eliminatorias, se acrecentaba la programación de amistosos, aunque no contra selecciones. Es así que se llevó a cabo una gira por el sur de Brasil, animando encuentros principalmente con selecciones regionales y equipos de clubes en Santa Catarina, Río Grande do Sul y Paraná.
Pero cuentan que Amaral era muy exigente y pretendía una disciplina militar para sus jugadores, lo cual no fue del agrado de los mismos y las relaciones comenzaron a resquebrajarse y se rompieron definitivamente en Curitiba cuando el DT expulsó de la delegación al capitán, Saturnino Arrúa, y al subcapitán, Alcides Sosa, y dejó varados a ambos en dicha ciudad brasileña. Fue después de un partido y varios estudiantes paraguayos acogieron a los futbolistas, le dieron albergue y después de una colecta, consiguieron regresar a la capital.
Aquí estalló el escándalo y Amaral fue despedido con cajas destempladas. La búsqueda de un nuevo DT duró un buen tiempo y sobre la hora de las eliminatorias fue contratado el parlanchín uruguayo Washington Etchamendi, más amigo del buen vivir que del trabajo. Pero, la suerte estaba echada de modo que había que cumplir el destino. Y como estaba planificado, el plantel completo voló en un Electra C de Líneas Aéreas Paraguayas con destino a Cuzco y Arequipa, donde se cumplió la programada aclimatación.
Trajo consigo a un joven preparador físico, graduado en la escuela de las fuerzas armadas, llamado Raúl Carlesso cuyo antecedente más notable era el de haber sido ayudante de Claudio Coutinho en la selección brasileña que ganó la Copa del Mundo de 1970, en México. Tiempo después se especializó en el entrenamiento de arqueros, y hasta escribió un manual para dicho entrenamiento.
Con ellos trabajó también el preparador físico paraguayo, Rubén Montanía, hoy retirado, pero durante muchos años al servicio de los equipos paraguayos, y las selecciones de todas las categoría. A ello hay que sumar una extraordinaria generación de futbolistas, donde sobresalían los de Olimpia y Cerro Porteño, equipos que entre ambos sumaron más de 20 jugadores al servicio de la selección. Unos pocos, como Jorge Insfrán, el “Ropero” de Luque, los laterales izquierdos, Anastacio Cobos de General Caballero y Rufino León de Ríver Plate, más Lorenzo Espinoza de Nacional, completaban el plantel.
El grupo jugó tres partidos amistosos entre marzo y abril: dos contra Perú (empate 1-1 en Asunción y derrota 1-0 en Lima) y otro empate 1-1 en La Paz, ante Bolivia. Los entrenamientos se llevaban a cabo en el estadio de Los Defensores del Chaco y a medida que se aproximaba la fecha de los partidos por las eliminatorias, se acrecentaba la programación de amistosos, aunque no contra selecciones. Es así que se llevó a cabo una gira por el sur de Brasil, animando encuentros principalmente con selecciones regionales y equipos de clubes en Santa Catarina, Río Grande do Sul y Paraná.
Pero cuentan que Amaral era muy exigente y pretendía una disciplina militar para sus jugadores, lo cual no fue del agrado de los mismos y las relaciones comenzaron a resquebrajarse y se rompieron definitivamente en Curitiba cuando el DT expulsó de la delegación al capitán, Saturnino Arrúa, y al subcapitán, Alcides Sosa, y dejó varados a ambos en dicha ciudad brasileña. Fue después de un partido y varios estudiantes paraguayos acogieron a los futbolistas, le dieron albergue y después de una colecta, consiguieron regresar a la capital.
Aquí estalló el escándalo y Amaral fue despedido con cajas destempladas. La búsqueda de un nuevo DT duró un buen tiempo y sobre la hora de las eliminatorias fue contratado el parlanchín uruguayo Washington Etchamendi, más amigo del buen vivir que del trabajo. Pero, la suerte estaba echada de modo que había que cumplir el destino. Y como estaba planificado, el plantel completo voló en un Electra C de Líneas Aéreas Paraguayas con destino a Cuzco y Arequipa, donde se cumplió la programada aclimatación.