De Torín, al ruedo del fútbol

Un obrero del fútbol, que encontró su mundo en el Sportivo Luqueño. Surgido en Torín (Caaguazú), Miguel Godoy trabajó en la chacra, en un silo y debió afrontar vicisitudes para llegar a un estatus importante. Gran parte de su carrera la cumplió en Cerro de Franco, en el que en un momento se vieron obligados a promover polladas para cubrir sus gastos.

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Miguel Ángel Godoy Melgarejo nació el 7 de mayo de 1983, en J. Eulogio Estigarribia (Campo 9). Es de la compañía Torín de Caaguazú y su primer club fue el Sportivo Torín. También militó en el Ciudad Nueva de Ciudad del Este y en el Nacional de Hernandarias.

En Cerro Porteño de Presidente Franco estuvo siete años. Primero trabajó en la chacra ayudando a sus padres y como sus ingresos en la Intermedia eran bajos (solo para el sandwich y la gaseosa), entró a trabajar en silo Golondrina. En clasificación de semillas aprendió bastante, aunque lo suyo era la pelota. Dejó de lado muchas cosas para progresar.

Las sensaciones se mezclan al hablar del Cerro altoparanaense. Lo positivo consiste en la oportunidad de jugar a nivel profesional y lo negativo, los múltiples problemas económicos. “Promesa de pago en Cerro de Franco”, un título casi repetido de los medios.

“La verdad que pasamos muchas cosas. Cuando empecé no tenía para mi pasaje; algunos amigos me ayudaban y me llevaban en moto a practicar”, expresó.

“En Cerro de Franco pasamos seis meses sin cobrar. Hicimos polladas para juntar algo. El ahorro que tenía lo usé todito en ese momento; mi hermano, que cuando eso estaba bien –económicamente– me ayudó bastante”, consignó Godoy, cuyos padres son Aureliano y Bernardina (+); están entre nueve hermanos (dos mujeres).

Su pareja es Zunilda y sus hijos son Gabriel y Milena. Luego de Cerro de Franco (2012/13 en Primera, con 77 partidos), pasó en el 2014 al Deportivo Capiatá, en el primer semestre, aunque solo tuvo cuatro presentaciones. Desde el Clausura 2014 juega en Sportivo Luqueño, totalizando 103 encuentros y tres anotaciones. En la parte inicial del 2016 tuvo una valiosa experiencia internacional a nivel de clubes en el Deportivo Cali, con cuatro cotejos, para retornar al Sportivo, con el que acaba de ampliar su vínculo por otra temporada. En sus inicios, fue mediocampista externo; después pasó a ser volante central. Compitió en el Nacional de la Unión del Fútbol del Interior por la extinta Liga Alianza.

“La ida a Colombia me ayudó muchísimo, tanto en lo futbolístico como en lo económico”, mencionó.

“En Luqueño me siento como en casa. Desde que llegué me trataron muy bien, excelente. No me quejo, siempre cumplen conmigo y gracias al club tengo una mayor trascendencia”, puntualizó.

Un profesional que marcó su carrera fue el “Cenizo”, Eduardo Rivera Mort, radicado en Alto Paraná. “La verdad me ayudó bastante, no tengo palabras como agradecerle. Me enseñó mucho para sobresalir”, refirió.

Miguel vive un gran presente, con su familia, disfrutando día a día el crecimiento de sus chicos. Luqueño le dio un departamento en la ciudad que lo abandonará en breve, porque producto de su esfuerzo, el sueño de la casa propia se hará realidad. “Estoy mandando hacer mi casa en Limpio”, anunció con orgullo.

Existen personas talentosas que quedaron en el camino en el fútbol por diversos motivos. Miguel, un deportista de perfil bajo, es un luchador que pudo escribir con sacrificio una historia de superación.

vmiranda@abc.com.py

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