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Un escenario listo para el festejo
El escenario estaba montado para la consagración. Y el protagonista expuso sus cartas apenas se movió el balón. Camacho definió cruzado de zurda, tras una asistencia aérea de Santa Cruz.
La alegría desbordante se adueñó de los miles de hinchas que empezaban a saborear el tricampeonato.
Administró espacio, balón y control del trámite. Con esos elementos, ganó profundidad para inquietar a la última línea adversaria, la que tuvo que exigirse para contrarrestar la presión.
Un tiro de esquina de Camacho, desde la derecha, deriva en la segunda conquista del Rey de Copas. La pelota no pudo ser despejada por la defensa y Alcaraz embocó en el segundo palo.
La tranquilidad en el marcador no estuvo en juego, pues el norteño no tuvo elementos para la reacción, salvo esporádicas llegadas sin claridad. La opacidad santaniana recrudeció porque Mendieta amplió la ventaja, de penal. El origen de la acción para la pena máxima fue en posición prohibida, que no sancionó el asistente José Cuevas.
El nivel de juego colectivo prosiguió en la fracción complementaria, en la que el local buscó sin éxito la reacción. Al tenue intento Olimpia respondió con jugadas claras de gol, las que desperdiciaron Santa Cruz y Camacho.
Mientras el público deliraba de alegría, el equipo no mostró saciedad. Roque se hizo sentir para que la fiesta sea más intensa. Fue producto del denodado trabajo expuesto. El rival se esforzó por evitar mayor goleada, pues en ofensiva no tuvo peso y casi no inquietó a Aguilar. Ortega, quien acababa de ingresar, sacó a regularizar su guapeza de goleador. Aprovechó una acción para la quinta anotación, con la cual se concretó la esperada conquista del título. Y, como corolario, Mendieta marcó el sexto gol. ¡Salud, campeón!
LAS CLAVES
1. El juego pulcro de un equipo ordenado tácticamente y gran espíritu de trabajo colectivo fueron las bases en las que Olimpia sustentó la merecida goleada sobre Deportivo Santaní, y derivó en el logro del tricampeonato en el fútbol paraguayo. El tempranero gol de Néstor Camacho fue gravitante.
2. A Santaní le cambió el planeamiento inicial la tempranera anotación de Camacho. Resultó golpe bajo e inesperado, que exigió doble esfuerzo de sus componentes para hacer frente a la tarea del rival. Este impuso su estilo, el cual le costó demasiado al equipo sampedrano.
3. Las modificaciones que ordenó el técnico Daniel Garnero fueron acertadas para mantener el nivel de juego y ritmo en el partido. Cuando el juvenil Hugo Quintana tuvo falencias para apostar a acciones claras en el mediocampo, el DT prescindió de su concurso y apostó por Rodrigo Rojas.