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La hazaña fue lograda el 31 de julio, apenas una semana después de festejar su centenario. Esta vez estuvo al frente del equipo el técnico argentino Nery Pumpido, secundado por el eterno presidente, Osvaldo Domínguez Dibb.
Para el “Tigre” Osvaldo era perentorio adjudicarse la Libertadores en el Centenario de su querido Olimpia. Por primera vez desde el 79 que el técnico Luis Cubilla no formaba parte del plan y en enero fue presentado el entrenador argentino Nery Alberto Pumpido, que a criterio de Domínguez reunía todos los requisitos para guiar la nave olimpista. Pumpido en su época de arquero del River Plate argentino había ganado la Copa en 1986 y en el 2002 contaba con 43 años.
Entre los refuerzos más importantes figuraron Nelson Zelaya, quien así volvía al Decano luego de integrar en el 2001 la plantilla de Cerro Porteño. También arribó Henrique da Silva, otro exazulgrana. El uruguayo Sergio Orteman llegó procedente del Central Español. Gastón Córdoba, vino del Sporting Cristal del Perú. Otro que regresó al club proveniente del Ciclón fue el goleador Mauro Caballero. Y Néstor “Cachito” Espinoza y Néstor Isasi, de Guaraní. El defensor Pedro “Ganso” Benítez fue adquirido del Sportivo Luqueño, “El Peque” Miguel Ángel Benítez, quien había regresado de España. Y para la fase semifinal, que se jugó luego del Mundial de Corea- Japón, fue contratado el goleador uruguayo Rodrigo López. También se afirmaron en el plantel de primera, el promisorio Julio César Cáceres y el juvenil Gilberto Palacios.
En el inicio copero, el Decano ganó el grupo 8, que estaba compuesto además de los franjeados, por el Flamengo de Brasil, el colombiano Once Caldas y Universidad Católica de Chile y así avanzó a los octavos de final.
En esa etapa el rival fue el Cobreloa de Chile. El partido de ida jugado en el desierto de Calama, fue suspendido al término de la primera etapa, estando el marcador 0-0, por agresión de un hincha al árbitro argentino Ángel Sánchez, con un proyectil arrojado desde la tribuna local. La Conmebol luego dio ganador a Olimpia, por 2-0 y el camino hacia los cuartos de final se allanó. En la revancha, otro triunfo del Decano (2-1) lo llevó al enfrentamiento ante Boca Juniors, por los cuartos.
El encuentro entre franjeados y xeneize ya es un clásico de Sudamérica. En la ida, jugado en la Bombonera, Olimpia consiguió un empate de 1-1 con sabor a triunfo y ratificó su buen momento venciendo a los argentinos 1-0 en el “Defensores del Chaco”.
La etapa semifinal se jugaría recién luego del Mundial de Corea-Japón y había sospecha de que el buen momento del conjunto podría cortarse con la pausa.
Por fortuna para los olimpistas tal situación no ocurrió y Olimpia ganó a Gremio de local, 3-2 y llevaba mucho optimismo a Porto Alegre para el juego de revancha. El 1-0 para los brasileños dejó la serie empatada y el acceso a la final se definió en la tanda de los penales. Cuando la serie de penales estaba igualado, 4-4 y Juan Carlos Franco debía disparar el último remate de la tanda, apareció un dirigente del Gremio que quiso impedir la ejecución, algo impensado para la época. Luego de 10 minutos el directivo brasileño fue desalojado y Franco convirtió el quinto y decisivo penal que clasificó a los franjeados a la final copera.
En el primer partido final, la derrota de Olimpia, de 1-0, en casa, ante el equipo brasileño de São Caetano golpeó muy fuerte el entorno decano, he inclusive propició la renuncia del presidente Domínguez Dibb. El “Tigre”, en la ida del plantel franjeado rumbo a la revancha, faltó por primera vez al Aeropuerto y los acostumbrados 100 dólares que repartía a los jugadores, además de los buenos deseos, estuvieron ausente esa vez. Sin embargo, el gran Osvaldo dio marcha atrás en su decisión de abandonar la nave decana y en la mañana del partido y en un avión particular llegó hasta la concentración franjeada en São Paulo luego del almuerzo. Enseguida Osvaldo organizó una reunión privada con el plantel y el cuerpo técnico, en la que todos se comprometieron en dejar la piel y el alma dentro de la cancha, en pos del triunfo consagratorio. A la noche “el efecto Domínguez” tuvo su compensación, ganando Olimpia el partido 2-1 luego de una monumental remontada, después de estar perdiendo 1-0 al término del primer tiempo. Con el 2-2 global el título se definió en la lotería de los penales. Dos tiros errados de los brasileños y habiendo convertido los franjeados sus cuatro remates, dejaron la serie 4-2 para el Decano.
El viejo Olimpia demostraba una vez más que estaba hecho para las grandes conquistas. Cuando todo el mundo del fútbol lo dio por muerto, volvió a renacer para alcanzar su tercera Copa Libertadores.
¡La leyenda del Rey de Copas volvía a resurgir!
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