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Cirilo Yegros Torres nació en Luque el viernes 28 de noviembre de 1969. Es hijo de doña Juliana del Rosario y don Fulgencio Yegros. Sus hermanos son Julio César, Juan Bautista, Nancy Petrona y Dionicio. Proviene de una familia de futbolistas y desde pequeño corretea detrás de la pelota de trapo y la de carey (plástico) cerca de su casa, en la zona de Hugua de Seda, en la “Ciudad de la música”.
A los 7 años se inscribió en la escuela de fútbol del Sport Villa Elena, en el 4º barrio, con el orientador Gerardo Núñez. Allí lo vio un dirigente del 29 de Junio, Jorge Duarte y lo fichan a los 14 años. Compitió en la Categoría 5ª.
En el ciclo siguiente, en un duelo semifinal de la Liga local celebrado en el estadio Feliciano Cáceres, lo observa el formador Augusto Ruiz y recomienda su contratación al Sportivo Luqueño.
En 1992 aparece en el plantel principal auriazul de la mano de Óscar Paulín. Le habían asignado la casaca 10, por su talento, sus características de buen pasador, con una visión de juego colectivo. No tardó en ganarse el cariño y el aprecio de la hinchada con sus finos regates.
“En ese tiempo mi sueldo era 600.000 guaraníes y lo máximo que llegué fue a 1.000.000. El tema era para cobrar, había que esperar dos, tres meses. Pero cobré todito”. Menos mal.
Cuando vuelve después de un tiempo a la dirección técnica don Carlos Arce, lo cambia de lado, lo mueve al sector derecho del mediocampo con la casaca 8, cediendo la 10 “a un tal” Julio César Romero. Es que la historia marca que Romerito es lo más grande que tuvo la entidad popular luqueña, por lo que lejos de enojarse por jugar en otro puesto, le motivó aún más el hecho de compartir equipo con la máxima estrella, uno de los mejores jugadores del balompié guaraní de todos los tiempos.
Cirilo recuerda cuando llegaron a la semifinal en la liguilla contra Libertad en el Defensores. Faltaban cinco minutos para el final del encuentro cuando empata el “Guma” y accede a la final por su 0,50 de bonificación. La diferencia, medio punto.
Estuvo en Sportivo Luqueño hasta 1996. Al año siguiente tuvo un fugaz paso por Sportivo Trinidense, cuando el elenco auriazul capitalino se encontraba en la categoría mayor. Entre parte de 1997 y todo el ’98 defendió los colores del San Luis Potosí, México y se retiró luego de actuar por el Leones Negros UAG.
Para llegar, debió sudar desde niño. “Ore mboriahu ha mamá ojapo sebo-gui chicharõ. Apáy arã a las 04:00 de la mañana agueru haguã hendive Paraguaýgui ojapo haguã la chicharõ ha ovende haguã ñandy avei. Péa ijetu’u; iporã ñane mandu’a la nande pasado rehe”.
Así como con la pelota tuvo momentos buenos y malos, en el amor también conoció de altibajos. Se casó con Ana Esperanza Rodríguez y producto de esa unión vinieron al mundo Julio César y Araceli. Todo bien, pero sentía la necesidad de un cambio de aire, como pasar de un elenco a otro, conservando lógicamente el enorme afecto por sus hijos.
Con la mochila cargada de ilusión, de México pasó a los Estados Unidos, donde conoció a su actual pareja, Cynthia Pow Chon Long, con quien tiene un hijo, Jayden Aarón.
“Ápe aju sin conocerle a nadie. Un amigo mexicano he’i chéve vamos al otro lado, tengo mi gente, mi pariente. Mi hermano Julio me dijo que tenía conocidos en Nueva York, había venido con la selección. Habló con una familia que tiene su equipo, Sol de América, el mejor y jugué con ellos en Queen’s. En este elenco jugaron Pedro López, ‘Chita’ Giménez, figuras como Romerito, Gabriel ‘Loco’ González. Ya tenían una compañía de construcción grande y comencé a trabajar con ellos”.
En la actualidad trabaja en una empresa constructora dedicada a la terminación de interiores de edificios. Maneja la logística de la empresa Pabco, con sede en Nueva York.
Después de un rápido repaso de su recorrido, compartimos algunos hechos pintorescos ocurridos durante su carrera en el fútbol de alta competencia, porque en el gran país del Norte, siguió dándole al balón en distintos certámenes. Obviamente el “tercer tiempo” es una cuestión ineludible en cualquier ambiente pelotero.
“Para el torneo República nos fuimos a Pedro Juan Caballero. El profesor Óscar Paulín decidió llevar a 20 jugadores. Era el último en la lista, ni de suplente iba a estar. Como en esa zona del país hay cambio de tiempo frecuente, el clima varía mucho, de repente hizo frío y tres compañeros, todos mediocampistas, se engriparon. Entré de titular y marqué dos goles”.
Preparación para un choque especial. “Una vez practicamos un jueves para un partido ante Olimpia en nuestra cancha. Cada vez que agarraba la pelota, Carlos Arce me retaba, che ja’o. Ha’e hatã oñe'ê ha ndeja’o vai. Ndikatúi ahuga porque ajagarrávo la pelota ha che ja’o. Opa la práctica, aha porque che nerviósoma, ahátama ajahu. Ou che lado, adisparavoi chugui ha he’i chéve ‘nde mitã’i akã guasu, eju chéve ápe. Che roja’o heta ani agã domingo echuchu chehégui. Una de las tantas anécdotas del mejor técnico que tuve”.
Para la prensa. “Jugamos en el estadio (Defensores) contra Olimpia. El profesor Carlos Arce me grita y me dice ‘nde akã guasu, eikéna pe áreape oimeraêva foto de diario-pe esê haguã. Che aimo’ã he’i chéve amoinge haguã la gol mba’e”.