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Lamentablemente la respuesta a esa inquietud no es muy alentadora, observando las condiciones en que se manejan las cuestiones que atañen al fútbol paraguayo y a su estructura. La ausencia dirigencial que padece el balompié nacional no es nueva y no tiene nada que ver con la aparición del covid-19.
La conducción de la propia matriz de nuestro fútbol deja mucho que desear. Se nota a distancia la falta de ejecutividad y de aplomo por parte del que ocupa la presidencia de la APF, quien tampoco se rodea de gente capacitada e idónea en materia dirigencial, algo muy parecido a lo que se ve también en el Gobierno central de nuestro país, en el que a todas luces el titular no posee el pulso necesario para conducir una nación y su entorno está minado de gente sin escrúpulos y con serios cuestionamientos de corrupción.
En la Asociación Paraguaya de Fútbol ocurre exactamente lo mismo. ¿A quién delega Harrison cuestiones atinentes a su función y al cargo que ocupa? No a ningún dirigente antiguo y con experiencia sino a un allegado suyo, de nombre, Carlos Smijezek, quien hace y deshace dentro de la institución, le baja el pulgar a quien se le ocurre, especialmente a funcionarios antiguos para colocar a gente de su preferencia en puestos y funciones que como en su caso, son muy bien remuneradas con cifras abultadas en dólares.
Según comentarios que nos llegan, los dirigentes de clubes de Primera y de las demás Divisiones pertenecientes a la APF ya no toleran la impertinencia de dicho personaje, quien hace que incluso la popularidad del mismo presidente Harrison se vea disminuida hasta el punto de que se estaría analizando otra alternativa para cuando llegue el momento de elección de nuevas autoridades.
La APF se había sumado a la lucha contra el dengue en su momento. Pero su presidente, además de salir en las fotos, no se fijó en el estado de abandono en que se encuentra el estadio Defensores del Chaco junto con las antiguas oficinas y distintas dependencias de la Asociación.
Aquello se ha convertido en un criadero de mosquitos y otras alimañas, además de estar poco iluminado, por lo que la gran manzana del Defensores es actualmente una zona de peligro para transeúntes y vecinos, sobre todo por las noches. Esto es de temer considerando que los encuentros por las eliminatorias se jugarían en el escenario del barrio Sajonia.
La entidad matriz del fútbol paraguayo, más recientemente, fue de las primeras en apoyar la campaña de “quedate en tu casa”, como prevención del coronavirus. Pero dentro de los muros del añejo Defensores, funcionarios y operarios de mantenimiento siguieron y siguen trabajando sin que el tal Smijezek repare siquiera en la cuarentena ordenada por el gobierno nacional.
Los dirigentes del fútbol cuando acuden en busca del presidente, Robert Harrison, para plantearle alguna inquietud o algún tema que requiere de su intervención, se encuentran con su secretario, quien se encarga de repeler o cajonear asuntos que deberían ser considerados por el titular de la APF.
Una vez más, se ha procedido a extender el contrato con la empresa televisiva poseedora de los derechos de televisación del fútbol paraguayo, que según Harrison realiza un gran esfuerzo. Sin embargo, desde que dicha empresa comenzó a transmitir los partidos del campeonato, no ha mejorado prácticamente en nada en cuestiones técnicas en las que debería estar a la vanguardia, con toda la plata que ya se embolsó con los sucesivos contratos cuya adjudicación siempre es a dedo, sin abrirse ninguna licitación para que la mejor oferta pueda ser aprobada.
A pesar de contar con una suma de dinero proveniente de la televisación de los partidos, los clubes de nuestro medio siguen manejándose dentro de una gran pobreza. Como muestra tenemos el caso de Cerro Porteño, que adeuda sueldos a sus jugadores desde el año pasado y con el paro forzado por la pandemia no hay visos de solución a ese problema, que debe ser mayor en clubes con menores recursos que no tienen asistencia alguna de parte de su matriz.
El hambre, que ya causa estragos en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, también golpea con fuerza a los clubes del fútbol paraguayo y a sus jugadores. Después de que pase la crisis sanitaria y los estadios vuelvan a albergar los partidos por el campeonato, ¿cuál será el escenario en que nos encontraremos? Lo más probable es que el “virus” de la ineficacia y de la ausencia dirigencial siga contaminando los tejidos del fútbol nacional, hoy en día sumido en el sitial más bajo del continente.