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El nombre de la pepita se debe a que su peso “alude al misticismo por los tres seis seguidos, y que por su forma se asemeja a una oreja puntiaguda”, atributo inmanente de “criaturas diabólicas”.
Al principio, las máquinas de filtración tiraron por error a la basura el hallazgo tras no detectar la presencia de oro en la piedra. Pero uno de los obreros de la empresa encargado de nivelar las escombreras se fijó en el gran pedazo de metal.